Desde la torre vigía, el Comisario del puerto daba las instrucciones para el atraque del barco. Momentos antes, había salido la nave «nodriza» a guiarlo por la bocana con el fin de llevarlo al muelle, donde sería amarrado a las enormes noras, por gruesas maromas y cables. La operación, que tardó casi 3 horas, se realizó sin ningún incidente. Dentro de aquella atalaya llena de cristales, lentes ópticas, sextantes, brújulas o bitácoras, no se permitía el paso a nadie, salvo al Comisario y su ayudante, pero, dada la amistad que mi padre tenía con el jefe, nos dejaron entrar a él y a mí, que entonces era muy pequeña, pero lo recuerdo con toda nitidez. Por motivos relacionados con el cortijo, tuvo que hacer mi padre el viaje, desde la estación de Antequera, pasando por Campanillas, Bobadilla, el cruce de Rute para llegar a Málaga: luego, la misma vuelta. A mí me hizo mucha ilusión que me llevara con él, pues no salía de casa, salvo para ir al colegio o al convento. ¡Fue una experiencia muy bonita! Al llegar a Málaga nos esperaba una calesa, que nos llevó al Limonar Alto, C/ Larios: allí nos acogieron como un miembro de su familia y no nos faltó comida, bebida, cómodas y blandas camas de sábanas de hilo, bordadas, y suaves cobertores. Yo estaba como pez en el agua en el inmenso jardín lleno de flores y plantas de olores deliciosos, jugando con dos mastines nobles y cariñosos y correteando por los arriates. El ir a ver atracar un barco grande era una novedad para mis inocentes ojos, que todo lo magnificaban; así, al bajar por la pasarela los soldados, con su uniforme limpio, los lustrados correajes, botas y leguis; el brillo deslumbrador de los dorados botones, hebillas o el fulgor de las condecoraciones en la bocamanga, hombro o pecherín de la casaca me dejó tan atónita como estarían los indios cuando Colón y su tripulación echaron pie a tierra, más al ver la Pinta, Niña y Santa-María. Todo formó en sus mentes algo tan maravilloso que los creyeron dioses. Una vez formalizados los papeles del atraque y los saludos correspondientes, nos fuimos de tabernas…
Continuará…
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