La globalización o el comercio y economía libre mundial han traído consecuencias positivas y negativas; las positivas para la economía mundial, donde las grandes multinacionales han impuesto sus precios, los controles de los recursos humanos empleados en los procesos productivos para el abaratamiento de los costes y robustecer los márgenes de beneficios. Esto ha generado los grandes movimientos migratorios hacia los lugares de producción y donde las nuevas tecnologías minoran los puestos de trabajo, ocasionando grandes diferencias sociales y explotación de los menos favorecidos. Las negativas han sido las generadas entre las poblaciones más humildes: la explotación laboral, la contaminación de los lugares productivos, la falta de ecología, la explotación de los niños, etc.
Como consecuencia de todo esto, nace, a través de las ONGs, el llamado «COMERCIO JUSTO», donde Caritas nacional y las Diocesanas han puesto su punto de mira, dadas las ventajas y beneficios que conlleva para las personas más necesitadas del Tercer Mundo. ¿En qué consiste el «COMERCIO JUSTO»? Pues es muy sencillo, consiste en la libre contratación entre los productores, los vendedores y los consumidores, o sea que, por ejemplo, Vd., cuando adquiere un producto en una tienda de Comercio Justo, lo está comprando casi directamente a la persona que lo ha producido o fabricado, de manera que el importe de ese producto va, prácticamente, de forma integra a dicho productor, sin la intervención de intermediarios, comisionistas, etc. Este sistema de comercio está generando unas relaciones justas que garantizan:
-La igualdad entre hombres y mujeres.
-Que no haya explotación infantil.
-Que los salarios sean dignos.
-Que se respete el medio ambiente.
-Que se evite que las multinacionales fijen a la baja los precios de los productos a costa de los salarios de los hombres.
-Es una herramienta a la larga más eficaz que la represión contra las mortales pateras o los crueles espinos que tratan de evitar la inmigración de tantos hombres desesperados que intentan no morir de hambre en sus empobrecidos países.
Actualmente, existen 104 organizaciones en el mundo a las que se adquieren los productos que se venden en los Comercios Justos. Por ejemplo: en África se efectúan el 25% de las adquisiciones de productos para el comercio, habiendo crecido en el ejercicio anterior un 9%. El resto se realiza a zonas de países Sudamericanos y Asiáticos. Durante el pasado ejercicio, se facturaron en nuestro país 7,4 millones de euros que repercutieron directamente sobre los productores. Cada año, el «Comercio Justo» en nuestro país va creciendo. En este año lo ha hecho en un 9%.
Somos un país principiante en este tipo de actividad, ya que, por ejemplo, Centro Europa está a la cabeza de este tipo de ayudas, en países como Holanda, Alemania, Francia, etc., los cuales alcanzan cifras de ventas que superan los 2.500 millones de euros, lo que genera, a su vez, una ayuda inestimable para aquellos países empobrecidos.
En nuestra Diócesis, ya tenemos tiendas de «Comercio Justo» en Callosa de Segura, Orihuela, Ibi, Elda, en todos los Grandes Almacenes de Alcampo y, en nuestra localidad, a través de Caritas de la Inmaculada se va a iniciar este proyecto, para el cual precisamos voluntarios y personas que estén dispuestas a trabajar para los demás.
Carlos García
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