Copa Davis: La lucha contra los «elementos»

¡Vaya semanita, la pasada! Ya me veía hablando de «Sor Maravillas del Santo Congreso» (por cierto, clavaíta a Zaplana), o de la venta de Repsol a los rusos, cuando por arte de «birli birloque», este pasado fin de semana sucedió lo imprevisto.
Ya Felipe II mandó la Armada invencible a luchar contra la pérfida Albión, y, al naufragar en medio de espectaculares tormentas, exclamó: «no mandé a mi armada a luchar contra los elementos…». Pues bien, en tenis, nos pasó un tanto de lo mismo.
Nos jugábamos la final, ante Argentina, en su casa… Nosotros sin el nº 1 del mundo, Rafa Nadal, y, para colmo, David Ferrer, tocado… y encima luchando contra los «elementos», ¡que menudos «elementos» los hinchas Argentinos! Aún no habían tocado bola los nuestros cuando ya se oía: «¡ote, ote, ote… español el que no bote!», y esto era lo más flojo, pues desde los calzones de Nadal hasta alguna madre perjudicada hubo de todo. Pero bueno, los nuestros, comenzando por Feliciano, la pareja de dobles y Verdasco, que, tras cuatro horas de luchar contra viento y marea, hundió a «Chucho» en sus propias lágrimas, hicieron enmudecer las bocas argentinas.
Unos días antes, Cristina Fernández, la Presidenta de Argentina, nacionalizaba Aerolíneas Argentinas, propiedad del grupo español Marsans…, pues, ¡hala!, ellos nacionalizan aviones, pues nosotros una «ensaladera».
Por cierto, ¿tan grande era el temor a hacer el ridículo que nadie de la casa real tuvo a bien asistir a la final? Porque en las que ha jugado España hasta ahora siempre hubo alguien. Sólo estaba en la cancha el Secretario de Estado para el Deporte, este sr. de nombre casi impronunciable, «Lissavetzky»… o algo así…
Quizá esperaban que la olla a presión en que se convirtió el Estadio de las Malvinas les estallara en la cara…, pero los «elementos» argentinos no tuvieron más remedio que aplaudir y vitorear el coraje de unos jugadores, capitaneados por Emilio Sánchez Vicario, que alzaron por tercera vez una ensaladera con sabor a gloria.
Ya ven, esta semana ha sido como cuando se construye una carretera, empezaron a caer piedras por todos lados de la noticia, y, al final, un partido de tenis, a modo de capa de asfalto hace que todo quede bien tapado, para volver de nuevo a andar.

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