Navidades en crisis

Para muchas personas, estas Navidades serán las más pobres de su vida. Unas Navidades en crisis, de corazón, no se las deseo a nadie. La Navidad tiene varias caras y distintos porcentajes artificiales, tanto de sentimientos y deseos como de mercantilismo comercial. Aunque la base o «leit motiv» sea el nacimiento de Jesucristo (a pesar de que serias investigaciones demuestran que no nació en diciembre) y la festividad en sí contenga una dosis de creación mítica e invención humana lejos del rigor histórico, como dicen algunos, «si no existiera la Navidad habría que crearla», porque en el fondo el ser humano necesita salir de la rutina diaria anual marcada por la negatividad y ha de portarse o comportarse bien y a buenas con sus semejantes, que bastante daño o mal ha ido sembrando desde la prehistoria hasta la actualidad.
Sentimientos profundos sociales, humanistas, filosóficos, ético-morales y religiosos tales como solidaridad, fraternidad, paz, concordia, consenso, caridad, amor, cariño, familiaridad, compañerismo, misericordia, generosidad… son los que deben imperar a cualquier hora y siempre entre todos los seres humanos del planeta, sea Navidad, Pascua o Ramadán, qué más da. Pero no es posible que tales sentimientos perduren el año entero, a la vista de los conflictos y problemáticas mundiales y de la maldad reinante en muchos corazones y cerebros de quienes dirigen los destinos del planeta, así que no hay más remedio, para que la cosa no sea aún peor (mayormente en el mundo occidental), que cambiar el «chip» cada período diciembre-enero, en cada Navidad.
Para ello, sirve y nos vale la Navidad. Para que los siempre buenos aún sean más bondadosos, para que los tibios o mediocres se tornen buenos aunque sea por unos breves días (menos da una piedra) y para que los malos reduzcan su maldad, si no operan un cambio radical hacia la bondad. Ello pasa cada año por estas fechas, con bonanza económica o sin ella, independientemente. Sin embargo, estamos ante las Navidades más difíciles, precarias, pobres, críticas y duras de vivir de las últimas décadas. Con una buena parte de la población recibiendo ayuda alimenticia de entidades como Caritas y otro porcentaje considerable de la ciudadanía que ha perdido empleo, ahorros y vivienda por culpa de la crisis (esos sufridores hipotecados…); la situación navideña para estas gentes no está para descorchar ni brindar alegremente.
Y en estas fechas tan entrañables, en las que cabe imperiosamente ser sensible con los necesitados y solidario con el dolor ajeno de los indefensos y los débiles; hago mi ruego a los que tanto poseen aún (por suerte para ellos), para que se acuerden de quienes están mal y practiquen el «espíritu crístico navideño» (por muy artificial que pueda parecer) predicando con el ejemplo, materializando ayudas económicas, alimentarias y de ropajes en los organismos correspondientes como ONGs, iglesias y servicios sociales. Perdamos el miedo a las compras navideñas y compremos racionalizadamente pero con inteligencia, sin derroches ni ostentaciones. Y perdamos el temor a un futuro negro a corto plazo, a ese enero, a un nuevo año, a pesar de las catastróficas previsiones de los economistas. Vivir con tal inseguridad en estas Navidades críticas no es bueno. Deseemos con fuerza, como una vibración al unísono, la mejoría de la crisis.
¡¡Feliz Navidad y mejor año nuevo!!

José Sogorb
Escritor, poeta y
colaborador de prensa (Elche)

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