El impacto de la televisión, un fenómeno imparable

Groucho Marx

Cuando se hablaba antes de la televisión y ahora de la informática, se suele hacer con un cierto retintín, como si los usuarios dependieran totalmente de drogas de enganche. Pero siempre ha ocurrido así con temas de última hora que sorprenden por su ingeniosidad hasta que algunos los tomen en serio para producir obras de arte.
La transmisión y recepción de imágenes en movimiento a distancia fue presentada por Constantino Perski en el Congreso Internacional de París ya en el año 1900, pero su expansión como sistema mundial televisivo ocurrió a partir del año 1922 y desde entonces su uso resulta imparable, aunque divide las opiniones sobre sus ventajas y daños si bien nadie duda de su popularidad. Lo último sería la posible resolución de la Unión Europea prohibiendo las pantallas plasma por la utilización innecesaria de energía cuando se imponen políticas que reduzcan la contaminación.
Sobre la tele en particular, abundan las opiniones y muchas de ellas son contradictorias, desde la del cineasta Federico Fellini (1920-1993), que la veía como la derrota de todo nuestro sistema cultural, hasta los elogios de artistas como Andi Warhol (1928-1987), que la consideraba como el mejor ejemplo de la iniciativa e inspiración humana. Yo me inclinaría por opiniones más abiertas basadas en el análisis del fenómeno televisivo: así, la del arquitecto Frank Lloyd Wright, que la comparaba «al masticar de un chicle para los ojos», pues puede llegar a convertirse en papilla de las opiniones de quienes dependen de lo último que se presente en la pantalla; «allí se mezclan en cuestión de minutos lo banal con lo serio, la ficción y la realidad», pensaba ya a comienzos del siglo XX el pintor galo Pierre-Auguste Renoir, amonestando que si es verdad que se acercan con ello las tierras de los cinco continentes, podría ser a expensas de muchas de las civilizaciones ahora en peligro de extinción.
Habría que mencionar antes del final de este tema tan peliagudo que divide a los críticos que el empleo de la tecnología electrónica podría producir también casos de dependencia, si bien abre nuevos caminos a la intercomunicación humana. Se ve claro el peligro que supone dejar de lado otras actividades como la lectura, creyendo que Internet va a ser su sustituto. Tendrá sus grandes ventajas, pero nada tan cercano y entrañable como la lectura de un libro o asistir a un concierto o a una sala de espectáculos, porque el peligro mayor de las últimas tecnologías es que nos pueden marginar del las fuentes reales de la cultura. Por eso, el pensador Martin Heidegger nos avisará que si la televisión se entremezclara demasiado con las actividades humanas «las manipularía a través de su bullicio», devastando muchos valores humanos.

HECHOS Y DICHOS
Lo mejor de la televisión es que en cuanto alguien la enciende me voy a la biblioteca para leer un libro.  Groucho Marx

PARA QUIENES NO APAGAN EL TELEVISOR
Piensa en que el programa siguiente pudiera ser parecido.

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