En mi habitación a cal y canto, y con prisas, para enhebrar las palabras que me tocan hacer llegar a los lectores en esta segunda quincena de marzo. San José acorta plazos de la puesta en escena de El Periódico y yo, perezoso impenitente, siempre dejo las cosas para el último día. Aun con mi aturullo, no me faltará materia.
Fiestas de fallas en la Comunidad, que siempre vienen acompañadas del olor a primavera y de sus flores. Ofrenda multitudinaria a la Virgen Patrona. Mascletás y fuego. Lo tradicional y hermoso arraigado en el ser valenciano que no se borrará tan fácilmente.
Y tiempo también de Cuaresma pleno, que nos llama a reflexiones profundas pero serenas, y a balances… aunque en las presentes circunstancias esta última palabra sea como mentar la soga en casa del ahorcado. A esa multitud de hombres y mujeres angustiados que ya no tienen para pagar ni agua ni luz ni casa ni comida… y que estarán dispensadas del ayuno si son creyentes… ¿qué balance podrán hacer y qué significado puede tener? Y escrita la palabra luz, factura de la luz, que es hasta ominosa. ¿No podía Iberdrola haber demorado su decisión de subir los costes por lo menos dos años? Subida, factura mensual, lectura real bimensual con el consiguiente aumento formal del consumo en esta última y que se penaliza entonces por excesivo… Detalles de la misma que cuesta trabajo entender por crípticos… Yo creo que ha sido una indecencia en estos momentos y que me perdonen la expresión los responsables. Hoy he conocido aquí, en nuestra ciudad, a una familia que ya vive sin luz… No sé cómo, pero vive.
De todas formas, acostumbrado a leer uno lo que pilla, y estando en Cuaresma, me quedo con una interpretación cristiana de esta historieta de la crisis, que en boca de su autor casi adquiere la categoría de parábola. Dice que ha sido la economía española un buque con demasiado lastre encima y demasiadas coyundas, lucro y consumo, mentiras e hipocresías, guerra y violencia, disfrute de la vida (lo ponen hasta en los autobuses) y ateísmo. Gobernantes y gobernados y, por aparte, especuladores del poderoso caballero, hemos dado lugar a la deriva actual, con nuestra idolatría hacia el nuevo y viejo becerro de oro que es el tener, tener y tener…
A mis queridos políticos me los dejé el mes pasado discutiendo en el debate del «tú más». Y ahí siguen. Y mientras, España, parcelada sin norte y sin vigor, esperando que amaine el temporal porque le falla todo. El timón, la brújula y hasta el astrolabio.
¿Qué hacer entonces? Pues inventemos una nueva ley del aborto libre, que ya está siendo libre y bien pagado… ¿Supuestos? Ninguno. Papeles, pocos, y pocos escrúpulos a esos cirujanos que, en vez de salvar vidas, que es para lo que se doctoraron, ganan fortunas suprimiendo la del «nasciturus» al que, por cierto, hace salvaguarda nuestra Constitución…
Otro día más.
JortizrochE
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