Una reciente encuesta entre 2.600 estadounidenses adjudica a Obama un heroísmo superior al de Jesucristo. Sólo unas grandes expectativas mesiánicas han podido encumbrar dramáticamente a un hombre que nada ha demostrado aún y que quizá acabe decepcionando. Por otra parte, la indigencia moral y cultural provoca que el Jesús del «Código da Vinci» sea toda referencia equívoca que muchos tienen acerca del Hijo de Dios. Pero supongamos que Cristo fue sólo un hombre: su talla humana, su desvivirse por los demás, su no perdonarse nada para darnos la vida del alma, su crucifixión, muerte y resurrección, la fundación de una Iglesia con instrumentos humanos y el perdón constante que ofrece a quienes le ofenden, son ya la mayor prueba de que nadie sino Dios bajaría a salvar a una panda de ingratos, nosotros, a cambio de nuestro pobre amor. Y ahora que vemos peligrar nuestros ahorros idolatramos a Obama y ponemos en él toda esperanza. ¿Cabe un mayor heroísmo que el de Jesucristo ante tanta mezquindad humana?
María Ferraz
(Barcelona)
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