Siguiendo la pirámide de Maslow, podemos observar claramente cómo las circunstancias y las necesidades vitales son muy distintas según las diferentes etapas en que nos encontremos. No es lo mismo cuando se tienen que cubrir las necesidades primarias -de comer, beber, vestir y sobrevivir- que cuando éstas están ya seguras y se van teniendo otras más avanzadas: una casa confortable, un trabajo seguro, un vehículo propio… Así sucesivamente, conforme se cubren unas necesidades, van surgiendo otras que en un principio ni nos planteábamos. En estos casos, lo bueno sería que todos, en un mismo colectivo, fuésemos avanzando en el mismo sentido, o similar, pero a veces lo que sucede es que cuando alguien sube mucho en su posición, se suele olvidar de los que están abajo, con las necesidades primarias sin cubrir. Tal vez será por eso que los políticos muchas veces van por una parte y los ciudadanos por otra, muy distante.
Cuando vemos actualmente a tanta gente con sus necesidades más elementales por cubrir, nos sorprenden nuestros regidores con unos proyectos tan alejados de la realidad y que no se corresponden con la situación que vive la sociedad actual. Quizá por eso han empezado a surgir voces discordantes, que recogen las necesidades reales del pueblo, frente a unas actuaciones quizá desproporcionadas, teniendo en cuenta la grave situación de crisis que estamos atravesando.
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