Torreiglesias y Soraya… el príncipe y la corista

Esta semana pasada, dos personas muy representativas de La Primera (TVE) han dicho adiós. Son dos adioses paralelos, uno para «in secula seculorum» y la otra hasta mañana sábado.
Manuel Torreiglesias, el «gurú» de la medicina casera, a través del programa «Saber vivir», que se emite desde 1997 (ha cumplido 2.500 emisiones), en su afán de pillar un pellizco adicional al sueldo que la cadena de todos le pasaba, no dudó en pasarse por las entretelas de la ética la emisión de publicidad subliminal. Y no fue sólo en un programa, sino en tres, y siendo advertido por los dirigentes de la cadena en todos los casos. Primero se refirió a la marca de cereales «Kellog’s» como «una medicina buena contra el colesterol»; posteriormente, y para hablar de seguridad vial, llevó al plató un coche, cuya marca (Ford) fue exhibida durante largos minutos… y ya la gota que colmó el vaso fue identificar la «Coca-cola» con el estado total de la felicidad. Cosas que pasan, «la chispa de la vida» le ha dado un «chispazo» que le ha electrocutado su carrera de presentador y, si la querella interpuesta prospera, no es extraño un cortocircuito en su abultada cuenta corriente.
TVE ha decidido que, como el programa se considera de utilidad pública, se seguirá emitiendo con otro presentador, que nos siga diciendo cómo parar los subidones de azúcar, o los bajones de tensión. Ahora, a ver qué pasa con todos los sponsors que este ínclito personaje, convertido en curandero mayor del reino, arrastraba tras de sí, incluida la revista que co-dirige.
El otro adiós es un hasta luego… para Soraya, una cantante procedente de Operación Triunfo, que, elegida unánimemente por los espectadores de TVE, intentará deshacer el entuerto y vergüenza que nos hizo pasar hace un año el «Chiquilicuatre». A la chica se la ve con ganas, y lleva una canción pegadiza, que, con permiso de los países del este, va a dar mañana noche mucho que hablar en el Festival de Eurovisión que se celebra en Moscú.
Yo les sugiero a ambos… cada uno por su «adiós» particular, que se encomienden al santo de moda, «San Obama», la «moreneta» de Hawai, que tanta devoción suscita en la parroquia hispana, para que interceda, en el primero por la salvación de su eclesiástico nombre, y a la segunda, que con esa frescura y esa pinta de «niña espabilada y lista», le dé fuerzas para traerse el primer premio de un festival que desde hace 40 años España no gana. Adiós Torre-Iglesias, ¡suerte! Sor Aya.

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