Jean-Paul Sartre (1905-1980)
El tópico que más se repite sobre el tema de la libertad está basado en la experiencia de quienes han conseguido liberarse y que para conseguirlo han tenido que «comenzar por querer hacerlo». Abundan, no obstante, los tratados sobre el tema libertario, pasando por filósofos de primera categoría como Hegel o Kant, por nombrar sólo a dos, por más que se trate de un problema que esté ahora más que nunca al día tras los innumerables casos de vulneración de los derechos humanos en todo el planeta. Se impone ante todo esclarecer si en realidad somos libres o si actuamos como meras marionetas del entorno en nuestro quehacer diario.
Desde el punto de vista del comportamiento personal, la libertad es lo que nos hará responsables de lo que hagamos, fundamentándonos en la pura reflexión sobre nuestros actos para ver si lo hemos hecho regidos por los valores de la mente más que por los impulsos del momento que pudieran confundirnos. Quien ha dedicado mejor que nadie sus talentos para aclarar el tema es, sin duda alguna, Jean-Paul Sartre, para quien hemos de replegarnos sobre nosotros mismos si pretendemos dilucidar cuándo somos libres al actuar. Pensador, dramaturgo y novelista, es quizás el mejor exponente del existencialismo y son célebres sus frases al considerar que somos libres hasta donde nos lo permitan los derechos de los demás asumiendo al mismo tiempo la responsabilidad de ser lo que somos. En su teatro, sobre todo, se presentan los valores humanos en acción como en la vida cuando nos jugamos constantemente nuestra libertad personal.
Ya en la antigüedad, el pensador griego Plutarco aclaró a comienzos de nuestra era que la libertad verdadera consiste en sujetarse a las leyes de la razón, y tiene frases lapidarias al efecto como «quien tenga muchos vicios tendrá muchos amos que le dominarán», consistiendo el problema en que, para ser libre, habrá que saber controlar la propia razón, que Jaime Balmes comentaría como «sentirnos dominados por la verdad y la virtud», actuando por nosotros mismos, ya que el hilo que separa la libertad del libertinaje es tan sutil que para ser libre no habrá que huir de uno mismo, sino todo lo contrario, si bien se puede abusar de ella si no se siguen los dictámenes de nuestra propia conciencia.
No cabe duda de que la libertad ha de ser conquistada cada día, y todo ello se llevará a cabo frente a los obstáculos que se nos presentarán constantemente, confesaba sabiamente Rudolf Steiner, pues para mantenerla incólume habremos de examinarnos a nosotros mismos para estar seguros de que nos sentimos libres. ¿Lo seremos realmente o estaremos manipulados como robots?
HECHOS Y DICHOS
El hombre está condenado a ser libre. Jean-Paul Sartre
ANÓNIMO
La libertad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en poder hacer lo que se debe.
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