Amparo Cos
Si echamos la vista atrás, todos sabemos lo infravalorada que ha estado la mujer en la sociedad: estudios universitarios, trabajo, política, deporte, arte, literatura… Hay veces que ha sido por culpa del hombre, y hay veces que, desgraciadamente, ha sido por culpa de la propia mujer. De esto ya hablaremos otro día.
Por poner un ejemplo… Hace ya bastantes años, cuando empezó a darse el deporte del tenis en Reino Unido, la mujer era simplemente una espectadora que presenciaba el evento, el espectáculo. No estaba «bien visto» que jugara, y mucho menos que compitiera.
Pasaron los años y la mujer se iba haciendo hueco, o le iban haciendo hueco, en este deporte. Llegó un día en que empezó a jugar, como distracción, divertimento… mientras, por otro lado, empezó a darse el famoso Torneo de Wimbledon (1877) y ella no tenía opción a participar.
Pasaron los años y la mujer continuó haciéndose hueco, o le iban haciendo hueco, y llegó un día en que empezó a competir (1884) en la modalidad individual -la modalidad de dobles femeninos y mixtos no llegaría hasta 1913-, pero, eso sí, nunca se le consideró igual que al hombre, no se le dio la misma importancia. Mientras que el hombre se podía dedicar profesionalmente al tenis (ganaba mucho más, tenía más prestigio, salía con mayor frecuencia en los medios de comunicación…), la mujer no podía.
Pasaron los años y empezaron a escucharse nombres como Navratilova, Chris Evert, Steffi Graf, Gabriela Sabatini, Arantxa Sánchez Vicario… Todas ellas, para llegar a estar ahí arriba y ganar Grand Slams, tuvieron que entrenar igual o más que un hombre, tuvieron que viajar igual o más que un hombre, tuvieron que gastar igual o más que un hombre… pero no se les apreciaba igual o más que a un hombre; mientras a una de estas jugadoras, por ganar un gran torneo, le recompensaban con cierta cantidad económica, al chico que ganaba el mismo torneo se le recompensaba con casi el doble de dicha cantidad. Ellas se quejaron, reivindicaron sus derechos, pero fue inútil.
Por poner otro ejemplo… En 1968 (hace tan sólo 41 años), la estadounidense Billie Jean King ganó el Torneo de Wimbledon en individual femenino cobrando 1.110 liras, mientras que el australiano Rod Laver lo ganó en individual masculino cobrando 2.960 liras (más del doble que la mujer).
Pasaron los años, y llegamos al siglo XXI, y la mujer continuó haciéndose hueco, o le iban haciendo hueco… A todos os sonarán Kournikova, Sharapova… Ellas también reivindicaron sus derechos, y por fin… se consiguió (en cierta medida).
Será a partir de 2007 cuando todos los famosos Grand Slams (Wimbledon, Roland Garros, Australia y EEUU) igualen sus premios, aunque ya iniciaron esta medida el Open de EEUU y Australia a partir de 1973.
Y ahora reflexionemos lo siguiente:
¿Es un hecho ético o moral la desigualdad en premios hoy en día?
Si una mujer quiere dedicarse al tenis, ¿nunca va a poder conseguir la misma recompensa que un hombre?
Imagina que tuvieras un hijo y una hija, ambos son buenos jugadores de tenis, ambos tienen las mismas horas de entrenamiento, los mismos gastos en torneos, entrenadores, desplazamientos, material deportivo… y llega un día que ambos llegan a una gran final. Tu hijo se queda campeón en la modalidad de individual masculino y se le otorgan 1500 euros, y, por otro lado, tu hija se queda campeona en la modalidad de individual femenino y se le otorgan 750 euros. ¿Es esto justo? ¿Es moral?
Todavía hay muchos que piensan que la mujer ofrece menos espectáculo, que la mujer tiene que sufrir menos para llegar a una final, que hay menos inscripciones de mujeres y por lo tanto menos partidos, que en los Grand Slams los hombres juegan al mejor de 5 sets y la mujer a la mejor de 3 sets…; y, por tanto, todo esto es más que suficiente para que se le otorgue menos cuantía económica.
Desde luego, y si queremos que el tenis femenino de competición muera, eso es lo que hay que hacer: mantener la desigualdad. O, incluso, como últimamente he escuchado, quitar de raíz los torneos femeninos porque no generan ingresos ni espectáculo.
Soy de la opinión de que hay que cuidar, motivar y potenciar lo que tenemos si no queremos que se pierda.
Es muy difícil, casi imposible, que una campeona de un torneo gane al campeón del mismo torneo; la fuerza física es la gran diferencia del hombre y la mujer. Es muy difícil llegar a conseguir las mismas inscripciones de mujeres que de hombres en un torneo, pero sí aproximarlas. Es algo evidente que la mujer participa menos en el deporte en general que el hombre; a esto hay que sumarle que la vida deportiva de la mujer es mucho más corta que la del hombre (por maternidad, metabolismo, cuestiones familiares…), pero no por eso hay que ir cerrándole puertas, sino todo lo contrario.
No hace mucho, conocí el caso de una gran jugadora que era a la vez madre. Tenía la criatura meses mientras su madre echaba kilómetros para desplazarse a los torneos, se iba poniendo en forma de nuevo poco a poco, y durante los partidos, desde la grada, el padre y marido cumplía la doble función de dar el biberón a su hija y animar a su mujer. La pena es que esta mujer, llegando a quedar campeona del torneo -de esto hace tan sólo un año-, ganaba justamente la mitad que el hombre campeón.
De momento, y a día de hoy, me siento, en cierta medida, contenta porque por primera vez (después de 30 años) se ha conseguido la igualdad en premios en el torneo de tenis más importante de Torrevieja, el «Ciudad de Torrevieja». Espero que las voces, en su momento, y la dimisión de las mujeres de la directiva hace algo más de un año haya influido a la hora de optar por este cambio, y espero también que no haya sido una medida política-electoral (por el momento en que nos encontramos) y perdure esta iniciativa de aquí en adelante.
Desde aquí quiero agradecer y seguir animando a todas aquellas personas que apuestan y luchan por la igualdad. A Daniel Plaza (concejal de Deportes) y a Lola Canales (concejal de Igualdad y Bienestar Social), gracias por vuestro apoyo y comprensión.
Cierro este escrito con una frase de un buen amigo, que dice: «La igualdad se acerca en todo, incluyendo en el deporte, pero todavía está tardando».
resumir,sintetizar, abreviar,reducir, simplificar, condensar.
Tu história, me ha entretenido bastante,pero los premios,creo,que se dan con relación al beneficio.Lo que no tiene expectación, pues no genera beneficio, por tanto… premio insignificante.Pregúntale a las mujeres que juegan al futbol y a otros deportes que están en esa situacion ó peor que las tenistas. No creo que sea por machismo sino la falta de expectación. En el trabajo y su remuneración no debe de haber distinción de sexo. Pero el asunto de los deportes está considerado como un espectáculo,aunque los que se dedican a él lo hacen como una profesión, ya te digo es todo la espectación que genere. Si jugaran las eliminatorias entre hombres y mujeres sería cosa distinta, igual que actuán en teatro hombres y mujeres y cada uno tiene su caché. En cuanto al premio de «La ciudad de Torrevieja» pues, tú misma, dudas si será por politica-Electoral… y yo creo que tal y como están las cosas te diría que sí.Me parece que un ayuntamiento que tiene deudas millonarias tiene que hacer algo para ganar credibilidad y confianza y como dijo aquél » Dime de qué presumes y te diré de qué careces»