El tío Pascual toda su vida la dedicó al pastoreo con su rebaño de ovejas. Ya jubilado, asistió a unos cursillos del Ayuntamiento sobre informática. Tanto le gustó y se puso tan pesado que su sobrino le regaló un viejo ordenador, con el que empezó a «navegar» en la red; pero lo que el pobre no sabía era que se podía hablar y ver directamente a la otra persona por videoconferencia. En el chat, le dijo una amiga que había cámaras que, colocadas encima del aparato, eran las idóneas. Rápidamente se compró una, pero no se veía nada (debía de ser de 2ª mano).
«Amigo Pascual: hay bancos que te facilitan tarjeta de crédito para pagar a plazos. Mi consejo es que adquieras un portátil, que es más manejable, lleva la web incorporada y puedes trabajar sin conexión».
Todo eso estaría muy bien si no fuera por Luisa, la esposa de Pascual, que anda husmeando a ver si él se dedica a ligar. Le inspecciona los papeles de notas, los bolsillos, la factura del teléfono y, cada vez que se conecta, tienen morros para rato. Pascual muchas veces dice, desesperado: «¡Vamos, con la ilusión que me hacía a mí el cacharro este y que la Luisa sea tan «atravesailla»…! ¡Qué pena no volver a los años jóvenes y estar en el campo con las ovejas! ¡Allí era feliz, en el inmenso silencio de los ríos, en la frescura de la brisa y las caricias del sol, bebiendo agua de los arroyos!». Te digo lo mismo, amigo Pascual, ¿dónde están esas aguas cristalinas, ese sol, esos vientos limpios de polución? Ten paciencia, ráscate el bolsillo y ya verás que pronto lograrás tu deseo de ver a quien está al otro lado del chat.
Hola Kartaojal,
Este sr.Pascual debería » engrescar » a la parienta en las redes de internet jaja así se lo pasarian de lo más bien …. leyendo tú artículo me he acordado de algún que otro amigo/a qué en su casa tienen a alguien con el mismo » entusiasmo » que la Luisa.
Petonetssssssss
Gràcia.