Esto no tiene nombre nº409

En www.torreguia.es (donde cualquiera de ustedes puede participar libremente, siempre dentro de las normas de corrección al uso), «Agustino» opina: «ESPERO QUE SEA VERDAD: QUE TORREVIEJA SEA UNA CIUDAD MALDITA PARA TODOS LOS DELINCUENTES, INCLUIDOS LOS DELINCUENTES URBANÍSTICOS Y LOS DELINCUENTES POLÍTICOS». ¡Jaja! Me encanta alguna gente, pero me gusta más todavía que la ciudadanía se exprese con libertad y opine; máxime cuando a uno le van dando «toques» por la calle: «ten cuidado con lo que dices, que te van a partir la cara». Yo prefiero que mi hijo vea cómo me parten la cara por expresarme, que no porque me «callen la boca». Por cierto, un afectuoso saludo a mi querido amigo Javier Mínguez, a quien deseo mucha suerte en su nueva responsabilidad. Torrevieja necesita una «muerte» de su gobierno local (metafóricamente hablando), una profunda transformación, una renovación, una resurrección de su verdadera «alma», una conciencia que cruce el umbral hacia una unidad más amplia. La renovación de la vida se hace en la liberación de su esencia, en la transformación de la forma de gobernar un pueblo. La «muerte» de formas mentales cristalizadas, sean del color que sean (léase partidos políticos), conlleva «impepinablemente» una expansión de fronteras en diversos ámbitos de la evolución, tanto individual como colectiva. Es muy triste escuchar a la sra. alcaldesa de Valencia, sin pudor alguno y ante las cámaras de toda España: «…es normal que a los dirigentes políticos se les hagan regalos». Eso será normal para algunos, pero aceptar esas prebendas debería resultar vergonzoso y ofensivo para aquellos a los que van dedicadas; ademas de una falta de respeto hacia el resto de profesiones. Tenemos que acostumbrarnos y normalizar el ejercicio de la democracia plena, colocar a la clase política en su lugar; o sea, profesionales de gestión administrativa y técnica, preferiblemente los más preparados, tanto en academicismo como en un elevado perfil socio-laboral, totalmente transparentes en su gestión y dotados de una verdadera conciencia; entendiendo lo que son las democracias actuales y futuras, lo que de seguro conlleva una disposición accesible, ausencia absoluta de cualquier rasgo prepotente o de privilegio, además de una buena dosis de humildad y paciencia, para abordar la problemática de toda una comunidad heterogénea tanto en su composición como en sus ideales. Como pueden comprobar, estamos a años luz de eso. Ahora hablo para mi gente, que, como dice la canción «somos muchos mas que dos».

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