Fernando Guardiola
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Cuando, el pasado 17 de julio, acabaron los actos de celebración de la patrona de los pescadores, la Virgen del Carmen, en vez de ocupar su camarín, se desplazó sólo unos metros, para pasar una corta temporada en el taller del imaginero Víctor García, el cual, como donación a la gente del mar, y con sólo el gasto que ha supuesto el «pan de oro» empleado en ella, le ha devuelto la luz y el color que los Hnos. Blanco dieron a la imagen original.
En la última restauración de la que fue objeto en el año 1988 por Valentín García, el estofado se realizó en oro falso (ya saben que, por hablar de «pan» y «estofado», para nada les hablo de una receta culinaria), por lo que, en tan corto espacio de tiempo, se oxidaron. Aparte de las estofas, se han «curado» diversas grietas, desprendimientos y depósitos de suciedad.
Se han decorado las vestiduras de la imagen con motivos marineros, como timones, anclas y estrellas, en alusión a esa «estrella de los mares» que entonamos en la «Salve marinera». En la parte posterior del manto, se ha grabado el escudo de Torrevieja, donde, más abajo y al borde de la túnica, se ha descubierto inesperadamente la firma y fecha de la realización de la talla: «Hnos. Blanco 1943».
Los marineros y los muchos devotos de la Virgen pronto podrán admirar en la Parroquia de la Inmaculada la magnífica labor realizada en esta hermosa y venerada imagen.
Antes: sobriedad… elegancia humilde… vestimenta que asemejaban telares hechos a mano… La belleza de la antigüedad.
Ahora:el brillo del oro recién pulido…sedas que asemejan el prêt a porter nueva temporada primavera verano… La belleza del blanco nuclear.
Esto, a mi, no me parece una restauración sino un cambio radical nefasto.