Javier Manzanares Solivelles
Secretario Administración PSPV-PSOE Torrevieja
Me decía un amigo el otro día que todos los políticos eran iguales. Que todos usaban la política como medio de conseguir cuestiones personales. Lo lamentable es que me lo contaba muy en serio, es decir, creía firmemente en lo que decía. Con la misma seriedad le contesté que, en el mundo de la representación pública, tanto a nivel local como a niveles autonómicos o nacionales, se daban por desgracia estos casos, pero que también había que contar con muchos ciudadanos que deciden intervenir en el mundo político para cambiar las cosas, para ayudar a la gente más desprotegida, para defender los derechos de todos, para conseguir que los habitantes de la tierra sean cada vez más felices. Algunos de los que lean esto pensarán de mí que soy un romántico, un idealista, pero créanme que es así como siento que debe ser la esencia de la actividad pública, es decir, la finalidad última de la política. La política que yo defiendo no es la de las invasiones de países para quedarse con su petróleo, sino la de ayudarles a conseguir un marco democrático en el que puedan vivir y desarrollarse. Y en lo local, defiendo que se debe gobernar para todos los ciudadanos y no caer en manos de grupos que por su actividad hayan acumulado riqueza y poder. No disfrutar ni sentir pasión dominando al otro como está ocurriendo durante muchos años en nuestra ciudad, sino en el estudio de sus necesidades y el tratar de resolverlas de acuerdo con el marco legal.
Nuestro alcalde -que no es un pobre hombre como, según él, somos nosotros- aprende cada día de sus adversarios, aprende a rebatir lo sensato, a mofarse de las personas que discrepan y a intentar humillar a los que osan hablarle claro. Impone la fuerza que le otorgan los ciudadanos cada cuatro años en contra de sus propios ciudadanos. De ahí que -y puede ser por romanticismo- creo que queda muy poquito para que la mayoría de los torrevejenses se den cuenta del gravísimo problema económico al que nos van a conducir los millones y millones de euros en sentencias judiciales condenatorias. Sentencias que, al final, por la vía que sea, pagaremos entre todos. Ya lo verán. De momento, el IBI está subiendo porque sus gastos los devoran.
Quiero que el sr. alcalde se marche, dejando a Torrevieja en paz. Que deje a otros con la mente más limpia para que inyecten orden a una ciudad herida por sus caprichos, con su principal industria, la turística y comercial, totalmente inadaptada a la situación actual y con el miedo extendido por todos los rincones.
Decía Henry Ford que el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia.
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