El mito de Colom
La simple curiosidad lingüística de que la palabra latina «columba» tuviera dos versiones paralelas en inglés y en español: «Paloma»-«dove» y «pegeon»-«pichón», me hizo hurgar en las diversas versiones del navegante más célebre que los genoveses leen como Colombo, en español Colón y en mallorquí Colom. Parece insignificante, pero ayuda a penetrar en el significado de los mitos que nunca llegan a ser falacias porque nos hablan a otros niveles, quizás dentro del área vaporosa e indefinible de las experiencias tan difíciles de definir. Porque lo mítico se encarga de dar la media vuelta a los hechos, encontrándoles lo que es infrecuente que hubiera ocurrido, pero que rulan bien, ya que se asemejan a los recuerdos más íntimos que nos reservamos para nosotros mismos.
Y esto precisamente ocurre cuando uno pretende aclarar muchos detalles históricos que se dan por probados, pero que habría que comenzar por la duda hasta que las piezas del rompecabezas comenzaran a encajar en las casillas de la Historia. «El problema con el mundo es que los necios están seguros de todo, mientras que los inteligentes se sienten llenos de dudas», diría Bertrand Russell, aunque la lectura de la vida de Colom nunca dejará de tener su impacto, si bien habría que leerla basándose en lo que hubiera ocurrido dentro del marco conocido en que se desarrolló. Resulta, pues, curioso preguntarse el por qué el navegante Colom no nos dejara de puño y letra en sus cartografías más que un par de vocablos en mallorquí, entre los que sobresale el nombre de su presunta madre, Margelida (Margarita), a la que dedicó una isla caribeña. Ya había habido infinidad de invasiones del continente desde tiempos prehistóricos, como lo evidencian los restos hallados en todo el vasto territorio, que en los contornos de sus mapas se asemejan a una figura femenina de amplios muslos, senos escuálidos de tanto amamantar y una peluca superior, junto con un pedestal que se conectan en la confluencia de dos océanos.
Las sospechas se multiplican mientras que los libros de texto y las enciclopedias son adamantes en sus dictámenes. Pero basta con entrar en la web para encontrarse con infinidad de incertidumbres como que «parlava català», y hay quien sospecha que hubiese progenie sefardita por parte de su madre. Pero, gracias a las investigaciones del mallorquí Gabriel Verd Martorell, podemos ya contar con una semblanza más fidedigna del que fuera, según él, sobrino de los Reyes Católicos, y habría nacido en Mallorca hacia 1460, fruto de las relaciones entre el Príncipe de Viana y su presunta madre; en todo caso, se han perdido demasiadas huellas y lo único que se puede aseverar es que estaría enterrado en Santo Domingo de la República Dominicana, según fuera su deseo.
HECHOS Y DICHOS
La realidad de los hechos suele acabar en mentiras, mientras que las fantasías de lo fabuloso consiguen imponerse como reales. Jean Cocteau
VEREDICTO DE LA HISTORIA
Las creencias antiguas son difíciles de erradicar, por más que se demuestre lo contrario.
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