Esto no tiene nombre nº415

No acepto que el poder de fabricar la opinión pública, antes ostentado por las religiones, hoy en manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente que son totalmente libres de controlar los Estados, porque no estoy convencido del buen uso que harán con él. No acepto que la idea de la felicidad se reduzca a la comodidad; el amor al sexo y la libertad a la satisfacción de todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Cuanto más infeliz soy más consumo. Cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía. No acepto que el valor de una persona sea proporcional a su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades, y que sea excluido del sistema si no produce lo suficiente. No acepto que se recompense cómodamente a los jugadores de fútbol y actores; por el contrario mucho menos a los profesores y los médicos encargados de la educación y de la salud de las futuras generaciones. No acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia podría sernos útil, pues, no creo que somos la civilización más evolucionada del planeta (y mucho menos del universo) sabemos que la experiencia se comparte, se transmite. No acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que así pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es normal y me inciten a pensar cuánta suerte tengo de vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en nuestros espíritus sólo puede ser beneficioso para otros. No acepto que los industriales, militares y jefes de Estado celebren reuniones regularmente para, sin consultarnos, tomar decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta. No acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que explícitamente se me avise. No acepto que el cultivo de OGM (Organismos Genéticamente Modificados) se propague en el mundo entero, permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias  patentar seres vivos, almacenar ganancias considerables y tener bajo su yugo a la agricultura mundial. No acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y que así elijan los que harán la guerra y los que no. Soy consciente de que financian a los dos bandos para estar seguros de ganar dinero y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible con el fin de poder totalmente arrebatar sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos…

(Continuará)

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