¿Quién vive ahí?…. ricos y «horteras»

Otra vez La Sexta, la progre (y lo digo con el «cabreo» que supone creer que por fin había una cadena, que, en su trayectoria, «pasaba» de emisiones de programas que basaran su parrilla en «bodrios» de tertulianos donde el tema «destripador» estuviera a la orden del día). Si en el anterior número os hablaba de la generación «NI-NI», en éste os tengo que «recomendar» que echéis un vistazo (¡ojo, sólo un vistazo!) a esta emisión, que se produce los jueves a las 22 horas en esta cadena. El programa hace un recorrido por residencias de personas anónimas… eso sí, con muchas «perras» y no de las que ladran. Enseñan unas mansiones «asquerosamente» insultantes por su tamaño, su lujo y, sobre todo, en algunas ocasiones, por su capacidad para estar decoradas de la forma más «hortera» que se imagine. Casas en que confunden el lujo con la comodidad, llevando la tecnología a un punto que raya la ordinariez. Hasta tal punto llega la «asepsia» de los habitantes de estas «inhabitables» moles, donde, en las más de las ocasiones, y para evitar sacar al perro o no tener que estar quitando pelos, se compran un robot con forma de «chucho», que «sólo» les cuesta unos 12.000 euros, que les «vigila» la mansión, les trae las zapatillas, el periódico y les susurra cuando le acarician. Muy impersonal, pero… ¡ah…! No caga, no mea, y no ladra… y eso se paga. Más llamativo es que casones de hasta 1.000 metros cuadrados tengan por moradores a un «solitario» habitante, eso sí, que no se «corta» a la hora de presentar entre sus «trofeos» a un par de cocineras filipinas, un asesor físico polaco, o tres jardineros uruguayos, que le salen a precio «peo», para que el «señor de las moscas» se pueda estar «tocando los huevos» (literalmente) en un jacuzzi, viendo un plasma de dimensiones cinemascópicas, mientras en lugares tan lejanos como China, Saigón o Indonesia, cientos, quizá miles de niños están siendo explotados en algunas de sus fábricas, produciendo deportivos, camisetas de algún equipo de fútbol de prestigio o móviles de última generación, cobrando 1 euro al día, para que el «nuevo rico» nos ponga los dientes largos enseñándonos un «palacio encantado» donde falta lo principal y que estos «fantasmas» no puede comprar, el amor con que llenar tanto lujo, en forma de casa de escaparate. ¿Quién vive ahí? RESPUESTA: «un rico… muy pobre».

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