Esto no tiene nombre nº 425

A los que no nos gustan los toros… ¡No nos gustan y punto! No tenemos por qué dar más explicaciones. Bastante tenemos cuando sentimos vergüenza ajena, al ser justamente enjuiciados como auténticos salvajes de la «pradera» por otros ciudadanos del resto del planeta, a los que tampoco les agrada ver semejante espectáculo sangriento. La sangre la pone el toro involuntariamente en todas las ocasiones; y el torero en algunas de manera voluntaria, o si no, que no se ponga delante de un astado a ofrecer «su arte, su cultura, su valentía y su protagonismo». Me figuro que el amor a los animales no discrimina al toro de lidia. Si alguna vez somos capaces de alcanzar una ley que enjuicie a los malos tratos a nuestros hermanos los animales, veremos qué giro retórico tendrá que hacer la justicia de este país en relación con esto; máxime si viene dictada por una orden europea. Yo me alejo de las posiciones enfrentadas, no estoy en contra de nadie, ya no por consideración y respeto a los que piensan y sienten de manera diferente a la mía, y por el hecho de no verme infectado de una energía negativa: la que se pone en contra de algo o de alguien. Prefiero «transustanciar» el concepto y depurar la energía utilizándola en sentido positivo para mí, «ponerme a favor de». Me pongo a favor del toro libre de sufrimiento y sometimiento al dolor trágico de las corridas, por un mero espectáculo y una ambición mercantil, eso me da más empuje y libera mi conciencia de «culpa» alguna. Pero está claro que los antitaurinos siguen creciendo, si bien ya se consideraban mayoría; ahora tenemos su presencia en las redes sociales y a nivel local. No hace falta decir que yo apoyo y suscribo esta iniciativa y ojalá algún día se reconozca justicia para los animales. A algunos se les ocurre la comparación con los animales de granja para consumo humano, argumentando que ellos también mueren. Pero ya he dicho aquí que lo que buscamos es la supresión del sufrimiento inútil. A mí no se me ocurre comerme un pollo, sometido a suplicio, arrastrado y masacrado por la valentía y el espectáculo de nadie. Antes me vuelvo vegetariano. Pero encontraría sensibilidad en mi persona, aún, para solidarizarme con las plantas, que también las considero seres vivos, y al final moriría por inanición.

1 comentario

  1. Aquí te pongo un video: http://www.youtube.com/watch?v=AYn_S4jR7XU

    Espero que después de ver ese video te hagas vegetariano. Hay que ser muy hipócrita para reducir todo el sufrimiento de los animales al fin de ese sufrimiento, es decir, si un toro muere en la plaza aplaudido está mal, sin embargo si a un cerdo se le desangra vivo está bien porque nadie disfruta viéndolo.

    Los animales son animales y por lo tanto no saben discernir entre la muerte con fines alimenticios o la muerte con fines de ocio. Por lo tanto el sufrimiento del animal es el mismo en ambos casos.

    Si entramos a valorar la vida de cada uno de los animales yo me quedo con la del toro sin pensarlo, mientras el toro se tira toda su vida (hasta la corrida) pastando suelto en el campo, los animales de granja son criados en cuadras sin poder salir hasta su muerte, incluso a algunos pollos les cortan el pico para que no se piquen entre ellos, o a otros animales les arrancan los dientes para que no se muerdan, etc.

    Yo he de decir que no me gustan los toros, sin embargo no me considero hipócrita y ya que como carne y se lo que ha tenido que pasar ese animal para llegar a mi plato prefiero no meterme en luchas en defensa de los derechos de los animales, ya que irremediablemente acabaría haciéndome vegetariano.

    Lo que sí sería digno de estudio es la personalidad de la gente que disfruta viendo las corridas de toros, pero vamos yo lo achaco más a una personalidad atrasada y primitiva que a una desviación o patología psicológica, pero igual de primitivas son algunas ideologías que ha quedado demostrado que son ineficientes y permitimos que sigan defendiéndose.

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