De nuevo, Rafael Álvarez «El Brujo» triunfó en Torrevieja. El público, que llenaba el Teatro Municipal completamente, disfrutó de la actuación de este artista inmenso, que es capaz de llenar, con cada nuevo espectáculo, el escenario y la hora y media que dura el evento, teniendo al público pendiente de sus monólogos. Con «El Testigo» volvió a complacer a las personas que acudieron a verle, pero con el bis ya consiguió el apoteosis de carcajadas, logrando poner al Teatro en pie con el público entusiasmado.
El Brujo es un grande de la escena española. Ni que dedir tiene que domina a la perfección a un público entregado. Marca con precisión de un cirujano los tiempos, sabe esperar con temple el fin de la carcajada general para continuar con su discurso y se mueve con pez en el agua en el escenario sabedor de que el público que paga (en este caso parece que había casi 500 invitados de gañote, ya que no se vendieron mas de doscientas entra)se lo va a agradecer.
Ahora bien, el Testigo adolece de la garra y el plus que añaden los clásicos, léase el Lazarillo, el Quijote, el Tenorio… para que un trabajo bien hecho pase a ser un trabajo redondo. Fue una pena para los espectadores que esperamos siempre lo mejor del Brujo, encontrarnos con una obra flojita, que se agota muy rápidamente. No fue como en anteriores ocasiones donde la risa desaforada es constante. Muchas sonrisas y agrado, pero no fue El Brujo esperado.
Cierto es que cuando ya no esperaba nada más y me iba con la sensación de no haber dado rienda suelta a la risa, como pensaba cuando compré las entradas hace meses, el maestro paró el saludo de despedida al público para entusiasmarlo con las anéctodas de su padre con una pata a la hurria, el cura y su gato. Connconchitamoooontes! Conconchitamoontes!
Quince minutos grandiosos, que me dejaron la mandíbula desencajada sin necesidad de tener que meterme a ningún cuarto de baño de un pub o discoteca a joderme el tabique nasal.
Pues eso, que aunque no fue lo esperadoe el final valió un potosí.
En cuando a las entradas regaladas, los artistas del Ayuntamiento deberían seleccionar a sus receptores, especialmente deberían proporcionarlas a los jóvenes. El teatro siempre es un medio para descubrir sensaciones de todo tipo, que no siempre está al alcance de todos los bolsillos.
Fuimos cuatro miembros de mi familia y a todos nos encantó la actuación magistral de Rafael. Hablar del «Brujo» en la escena , es hablar del teatro, en su versión monólogo con «Mayúsculas».
Y si a dos jóvenes de 19 y 21 años les
entusiasmó, significa que fue una noche cultural de las que da gusto disfrutar. Habría que poner precio joven para estas actuaciones,a nuestros jóvenes también les gusta el teatro de calidad.
Deseamos que vuelva este maestro de la escena a nuestro teatro en breve.