Recortes y reformas

Los medios, TV especialmente, se recrean en presentarnos la vida y lo que nos sucede y concierne, que es casi todo, desde una enorme e infecta coctelera. La Iglesia siempre está en todos los líos y es intolerante, los judíos son muy malos y no deben asustarse aunque estén rodeados de países verdaderamente democráticos que van a por ellos. Para dictadura, la de Franco. ¿Quiénes fusilan en películas españolas subvencionadas con el dinero de todos? ¿Quiénes dan carnets de buenos y malos? ¿Qué es la verdad y quién la ejercita? Alianzas y diplomacia con ideas y creencias que pisotean los más básicos derechos humanos… Los pedagogos del análisis político terminan de arreglarlo… Hoy mismo, en mi periódico -todos lo tenemos-, se interpreta el poco seguimiento de la huelga de funcionarios contra el Gobierno de los recortes como una derrota de nuestros sindicatos tan poco representativos. No estoy de acuerdo. Tiene demasiadas lecturas y no hay espacio. Convoquen huelga de pensionistas, que me apunto. Y si se protesta, además, contra la subida del recibo de la luz, mejor… Y si se protesta contra los nombramientos a dedo de multitud de asesores y comisarios políticos en todos los niveles de la administración, mejor todavía. Y si se propusiera la reforma de nuestra infausta ley electoral para que esos señores que sólo son elegidos en sus comunidades no chantajearan al Gobierno de España pudiendo, además, preparar cada dos por tres referendos soberanistas, miel sobre hojuelas… (¡Y con la mejor valoración en las encuestas para su portavoz parlamentario, que manda bemoles!). Y si la Fiscalía General del Estado lo fuera de verdad, y no del Gobierno de turno, y jueces y magistrados se nombraran y gobernaran ellos solitos sin interferencia partidista alguna, insuperable… Bueno, no, falta reivindicar para un país serio y soberano las competencias en educación, cedidas estúpidamente a las autonomías. Ante tanta falacia, habremos de pensar que nos toman por tontos a todos… Y, por si faltaba algo, hoy, una señora en la tele, ante el frío que nuevamente nos encoge, va y dice que estamos locos (¡?). Y, sin poder evitarlo, me he acordado de una triste anécdota de hace poco. La de un pobre viudo que, abrumado y machacado durante el entierro de su mujer por las inacabables muestras de condolencia que incidían siempre en lo mismo, con lo bien y feliz que podrías vivir ahora, fíjate que desgracia, lo que son las cosas, terminó por exclamar con cierto grado de paroxismo… «¡¿Pero es que estamos todos locos?!». Casi lo que se puede decir en estos momentos, en este país nuestro.
A los creyentes, recordarles que en la declaración de la renta hay que marcar la X de nuestra Iglesia, que no nos cuesta un duro… Y que falta le hace para seguir su misión encomiable de ayuda a los más necesitados.
Y a los jóvenes y no tan jóvenes, invitarles a ver una película recientemente estrenada, y que, ¡oh, rareza!, habla bien de los curas. Se titula «La última cima» y muestra la vida corta pero ejemplar de un sacerdote madrileño que anhelaba morir en la montaña y Dios le aceptó su oferta. Ha dejado una huella imborrable en todos los que compartieron con él momentos de ilusión y de esperanza. Hablaremos otro día.

JortizrochE

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