Las obras de ampliación de las zanjas junto a la CV-905 en la zona de La Hoya pueden tener consecuencias muy graves en varias urbanizaciones.
Las aguas que llegan desde los terrenos más altos (donde está el San Jaime) se acumulan en esas zanjas y cruzan por tubos de gran diámetro por debajo de la CV-905, para luego bajar ¡entre las casas! de El Limonar, Lagosal, El Salado, Parque Lagos y otras en dirección a la Laguna de Torrevieja. Por si esto fuera poco, al llegar a los límites del Parque Natural, el agua queda retenida por el carrizo y las malezas, que nunca se limpian por problemas de jurisdicción, y, como consecuencia inevitable, el nivel sube muy por encima de lo normal, inundando las viviendas. Por lo tanto, es un verdadero disparate aumentar el caudal de aguas pluviales que se deriva hacia la laguna sin antes asegurarse el correcto drenaje de las mismas. Sabemos del rápido crecimiento de la ciudad y de la falta de sistemas pluviales que, hasta hace unos años, parecían innecesarios, pero la realidad se impone y es hora de tomar medidas con fundamentos técnicos. Comprendemos que una obra de esta magnitud es costosa y de difícil ejecución; pero si se pretende tapar el ojo con chapuzas que van a empeorar la situación, este vecino-contribuyente comienza a pensar en que no hay verdadero interés en solucionar este problema y habrá que recurrir a otras vías para exigir que se nos brinde el servicio que simplemente nos corresponde.
Juan Sánchez González.
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