En este año jacobeo, los peregrinos inundan los caminos que confluyen a ese maravilloso noroeste de España y que, ya cerca del cabo del fin del mundo, antiguo, Finisterre por nombre, se concreta en un monumento a la belleza: nuestra Catedral de Santiago de Compostela. Para el cristiano, el más preciado tesoro de la bella y esplendorosa Galicia. Desde siglos, muchos siglos, se sabe de las múltiples y diversas motivaciones que hacen a los hombres y mujeres, llegados de todas partes del mundo, recorrer kilómetros hasta la extenuación. Hay turismo, hay cultura, hay deporte, grandes deseos de dialogar con la gente, y también una búsqueda de espiritualidad que te facilite la tarea de conocer mejor a Cristo y, si es posible, a ti mismo, que no es poco. Y dicen que el Camino engancha y te hace cambiar por dentro y hacia fuera… Nosotros, los católicos, sabemos que eso, esa experiencia, debe ser misión ante todo, y también, por qué no decirlo, instantes intensos de expiación; aunque esa reflexión no sea políticamente correcta, como otras muchas en estos tiempos de rebote.
Pues bien, no menos de cuarenta jóvenes de nuestra Parroquia allá se encuentran caminando, peregrinando y haciendo realidad esos buenos deseos de venir «algo» cambiados. Se sumarán a una multitud, de jóvenes, claro, miles, venidos de toda Europa, en un encuentro preparatorio de la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Nos acordamos de ellos y rezamos por ellos, para que, a su vez, lo hagan también por nosotros, que encargo han llevado.
Se ha disipado ya el eco de la semana grande de la habanera en nuestra ciudad. El prestigio que ello significa para Torrevieja ha sido ganado a pulso por su buen hacer durante tantos años en ese mundo importante y a la vez difícil de la cultura. Cincuenta y seis ediciones proyectando a los cuatro vientos esa canción marinera por excelencia y con el alma y el sentir de sus gentes que titulamos aquí por boca del insigne para siempre, Ricardo Lafuente. No diré más porque el acontecimiento ya está glosado y bien glosado por todos los medios. Pero sí haré un solo apunte. En esa velada de solistas incorporada al Certamen por vez primera, me causó verdadera admiración que el público, nuestro público asiduo y forofo, concediera el premio a quien después sería también galardonada por el Jurado y por unanimidad. De diez para la afición.
Pero dejemos el remanso de paz del canto y de la música y no nos asombremos de las decisiones de nuestros políticos que nos reprochan politizarlo todo (!). Ahí está el Montilla propiciando la abolición de las corridas de toros en Cataluña, donde trabaja de mandamás, aunque le quede poco tiempo. Cordobés el tío, con nombre de moriles y manzanilla, y paisano de Machaquito, Manolete y el Cordobés, sí señor. Deben de ser esos toros de Osborne sellados en muchas banderas españolas lo que no han podido resistir, por lo visto. Y ahí está D. José Blanco (ojo con su candidatura, que se la juega) y sus controladores, que con el pitote que han montado, uno con sus decretos leyes por narices y los otros con sus estreses, pondrán patas arriba a la España que queda, en días señalados de vacaciones.
JortizrochE
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