Me avengo a escribir estas líneas, porque en las últimas fechas ha llegado a mi conocimiento que por primera vez, después de treinta y una ediciones, el Torneo de Tenis «Ciudad de Torrevieja» ha carecido en esta edición de modalidad femenina. Mi pregunta y/o reflexión es: ¿esto se debe a un lamentable descuido por parte de la Organización del evento, o es la prueba inequívoca del menoscabo al género femenino llevado a la forma de torneo de tenis? Me ha parecido escuchar no hace mucho que esta decisión había sido tomada a causa de la grave crisis económica y había que recortar gastos, pero… ¿la crisis la sufren solamente las mujeres? ¿Qué sentido tiene esto?
Este torneo, con un prestigio local desde hace mucho tiempo a lo largo de su historia, ha pasado por diversidad de vicisitudes que, como una metáfora de nuestra sociedad, culminó positivamente el año pasado con la igualdad en la cuantía de premios tanto para los participantes en la parte masculina, como para las que formaban parte del cuadro femenino. Por primera vez, y aunque parezca mentira, el Torneo de Tenis «Ciudad de Torrevieja» el año pasado se amoldaba a los tiempos de una sociedad moderna en la que, sin duda ninguna, hombre y mujer son iguales en derechos y en libertades.
Sin embargo, curiosamente, cuando este logro tan importante en nuestra amada ciudad se daba hace un año (quizás insignificante para unos pocos, que no representan a nadie porque son incapaces de representarse a sí mismos), enorgulleciendo a todos aquellos que amamos el deporte en general y el tenis en particular (por haberlo practicado con más o menos fortuna); hoy nos encontramos que volvemos a la época de las Cavernas, nos sumergimos en el abismo del oscuro pasado donde la mujer era un auténtico cero a la izquierda en todo lo que fuese realizar actividades «masculinas», tomando como tales el deporte entre ellas.
Para los que con indiferencia puedan leer este artículo, imagínense lo que puede ser hoy una familia de Torrevieja, donde ese padre y esa madre tienen dos hijos (niño y niña) que realizan un mismo deporte, que entrenan con la misma intensidad, que el amor por ese deporte es igual para ambos y en donde el niño puede participar en el torneo de su ciudad y la niña debe dedicarse a aplaudir desde la grada porque carece de derechos a los ojos de la organización de este evento.
Espero y deseo que se rectifique en este desafortunado entuerto y que el desaguisado se resuelva con rapidez y eficacia, o si no algunos de nosotros llegaremos a la conclusión de que la igualdad de género está muy bien para hacernos la foto, o para gritar el eslogan de turno, que queda extraordinario delante de las cámaras, pero que simplemente es una pose para nuestras conciencias y no una realidad para nuestras convicciones.
E. I. H.
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