Esto no tiene nombre nº 433

Inundaciones, plagas, incendios, rayos que caen… Es inútil buscar culpables, porque ya sabemos todos quién tiene la culpa… ¡efectivamente… Zapatero! Y Los Verdes e IU, eso nos lo sabemos ya. Pero… ¿qué se puede hacer ante tal situación? A mí, que nunca me ha servido regodearme con la búsqueda del culpable; pensando mejor en dedicar el esfuerzo y el tiempo, junto a los recursos, a solucionar el problema que fuere… se me ocurre que lo mejor es cargarse a Zapatero (que, visto lo visto, yo hasta me apunto), liquidar a Los Verdes y cepillarse a IU. A algunos concejales del PSOE (o de lo que sean, porque aquí no se aclara ni Dios), podemos dejarlos en sus sillones. No haré más comentarios, ¿para qué? ¿para que luego las hostias me las den a mí, que no tengo oficio ni beneficio? En la Corte del Faraón, recientemente puesta en escena, de manera magistral, por ese fantástico grupo de aficionados y profesionales de la música y de la interpretación, el dueño y señor era el Faraón, por muy «maricón» que fuera. Por cierto, aprovecho para felicitar muy efusivamente a todos, absolutamente a todos los que han participado en tan singular y extraordinario evento. Era un éxito cantado, nuca mejor dicho, y demuestra a las claras cómo se consiguen resultados trabajando en equipo, con dedicación, esfuerzo y una voluntad unitaria, por encima de cualquier otra consideración. ¡Qué pena que, a la hora de la política, que nos influye muy directamente en nuestras vidas, el éxito que obtenemos es el de la pelea, el «quítate tu que me pongo yo», el egoísmo enquistado en mirar de narices hacia dentro, el protagonismo, la estupidez, la ineficacia, la falta de creatividad o el interés personalista y megalómano de aquellos que pagan sus impuestos en el Olimpo de los dioses! Si se inunda mi bajo, si las aguas pluviales se cargan las playas, si cuando caen dos gotas hay «chicones» que aprovechan para sacar la tabla de surf, si vas caminado por la ruta verde y te atragantas de mosquitos, si cae un rayo (porque no había pararrayos) o se prende fuego al «zorrullo» (espléndida obra, muy necesaria, más falsa que el Pascual Flores y más defenestrada que la fachada rehabilitada del antiguo teatro…), «pos» ya sabemos quién tiene la culpa.

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