Los poceros

Había que hacer un pozo para regar el huerto, llenar la piscina de los «señoritos» y la alberca donde abrevaban los animales. Para ello se contrató una cuadrilla y acudieron 7 poceros, entre ellos, un ingeniero para dirigir los trabajos de excavación. Onofre parecía un gorila, todo lleno de vello, tanto en el pecho, hombros, brazos, etc. Todo su cuerpo, grande y obeso, estaba cubierto de pelo. Era su mirada, fría, huidiza y profunda, lo que más «yuyu» daba. Al mirar sus ojos, sentías un escalofrío. Mi madre, con ese instinto que tenemos las mujeres, me prohibió acercarme al pozo; lo primero, por si me caía al foso, y lo segundo, porque aquel hombre no le infundía confianza. Poco se equivocó la pobre porque, cuando fue Onofre a su casa, como siempre, cada quince días, para asearse y ponerse ropa limpia, se desarrolló un drama que fue sonado: invitó a su preciosa hija, Dorotea, para que fuera con él a por espárragos al olivar, pero la esposa del hombre, viendo el miedo en su hija y el deseo en los ojos del marido, enamorado de la hija, dijo que los acompañaba. Él se puso hecho una furia, pero al final fueron los 3. Una vez en el olivar, dijo Onofre: «Tú por ahí, Eufemia, y tú, hija, por allí». Nada más separarse, él se agachó junto al tronco de un olivo. Viendo que su mujer se alejaba, corrió hacia su hija, a la que derribó en el suelo, tratando de violarla. A los gritos de Dorotea acudió la madre, que fue rechazada y empujada hasta dar con un tronco, perdiendo el conocimiento. Onofre, ante la resistencia de la hija, tomó una piedra y le machacó la cabeza. Luego cometió necrofilia con el cadáver, dirigiéndose, acto seguido, al tren, que lo partió en dos. La pobre Eufemia, al ver la tragedia, tuvo un ataque de locura del que jamás se recuperó.

2 comentarios

  1. Esta historia a la vez que triste y bárbara, no desentona para nada con los casos que últimamente aparecen en los periódicos.

  2. Pues es verdad k pasó asi—aunke yo era muy pekeña,eso vino en las octavillas k llevaban los buhoneros de pueblo en pueblo y de cortijo en cortijo—Ponian un caballete,las imagenes y,con un punzón iban relatando como los trovadores los hechos acaecidos,pero en este caso,yo lo vivi in situ y conoci al personaje tenebroso

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