Esto no tiene nombre nº439

Convendría hacer una auditoría y una revisión con «pelos y señales» del legado real que nos deja la gestión de aquellos que gobernaron Torrevieja durante este tiempo; algo a lo que el ciudadano tiene absoluto derecho y que, mucho me temo, no existirá ni voluntad, ni la hombría para dejar las cuentas y los asuntos claros. Seguiremos cubiertos por una impuesta opacidad administrativa, traída con artimañas, falsedades, verdades a medias y prepotencia ejecutiva. Torrevieja no puede ni debe seguir así, vuelvo a repetir (hasta yo mismo me harto de hacerlo). Un pueblo no se gestiona como la finca particular de nadie, a no ser que sus ciudadanos sean auténticos borregos. Eso es así y dale las vueltas que quieras. Yo soy de los que piensan que Torrevieja, en manos de un delfín, no será suerte lo que nos traiga, sino más de lo mismo, incluso aún peor, porque estas aguas le quedan grandes a cualquier delfín y esto podría convertirse en un desastre aún mayor de lo que ya es. Si el que se va lo ha hecho bastante mal, el que llegue de la misma escuela lo puede hacer peor, mucho peor. Recuerdo la ley esa que dice que todo lo que va mal tiende a empeorar. Fijémonos en la consabida crisis, que era una «desaceleración sin importancia» en palabras de un presidente nefasto, y ha pasado a ser una grave crisis, de la que no se sabe si saldremos con vida. Pues, yo no sé vosotros, pero yo no pienso engañarme, a Torrevieja le puede pasar peor si Eduardo Dolón alcanza la Alcaldía, vamos que no me lo quiero ni imaginar. Llegará la hora en la que los políticos no sólo sean despojados de cualquier privilegio, convirtiéndolos en lo que realmente son… una clase profesional más, como fontanero o abogado; pero como ellos voluntariamente aceptan la responsabilidad de regir nuestros destinos, eso son palabras mayores, y no vale cualquier incompetente, salvo que estemos dispuestos a seguir comiendo la misma «mierda»… Claro, que hay a quien le interesa vender su alma por un plato de lentejas, pero ése no es mi problema. Cualquier estudiante tiene que pasar años en la universidad y someterse a «mogollón» de exámenes para desarrollar su profesión, igualmente los opositores. Los políticos son colocados desde las «familias» de partido, sin otro mérito salvo el de medrar en su partido. Que un jurado ciudadano examine a nuestros políticos y, si pasan el examen, entonces que se presenten por su partido, el que sea. Por lo menos, que se lean la Constitución.

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