Era hasta hace poco modélica, admirable y admirada. Había soltado amarras con una «tremebunda» dictadura, según las buenas lenguas, casi comparable con la nazi y la marxista, fascistas las dos, mal que les pese a unos cuantos. La nacional-socialista alemana, racista y xenófoba, de nuevo cuño por entonces, como su hermana mayor que dio comienzo -faltan seis años para «celebrar» su centenario- a la señal del Aurora con sus cañonazos; la fetén, la marxista-leninista, después estalinista, que gestó el ideario revolucionario de la lucha de clases para entregar el poder a los trabajadores y redimirlos para siempre de su penuria de siglos. Nada queda de ambas si no contamos, eso sí, de su infamante agresión, de las dos, con millones de muertes, a lo más valioso del ser humano como es su integridad física, su vida misma.
Pero los alemanes sacaron enseñanzas y, aunque lleven clavada la espina, con su espíritu orgulloso en el trabajo y en el rigor creativo, son de facto los actuales líderes del continente (por cierto, que ahora nos vendrá su «fracasada» cancillera a ofrecer puestos de trabajo a los jóvenes españoles…). Los rusos, con su inmenso potencial industrial y de materias primas, se mueven como zombis por una Europa a la que pertenecen, sin creer en lo que hacen, estancados e incapaces de impulsar hacia adelante, dado su poderío, grandes proyectos compartiendo liderazgos y dejándose de recelos y de mirarse tanto al ombligo.
Bueno, pues, como decíamos al principio, aquella transición nuestra, de la que nos sentíamos orgullosos, incapaz de resistir los embates de tantos desleales, y en trance de saltar hecha añicos, ha empezado a llamarse… de cristal. Las fuerzas nacionalistas (!), auténticas valedoras del poder del Estado, que lo consiente, no están a gusto en esta España que «las relega a los últimos puestos del bienestar», y unas amenazan desde dentro de sus capuchas a lo bestia, y las otras, más finolis, por boca de su portavoz cristiano-demócrata (!?), que, con toda desvergüenza ha mirado para otro lado al promulgarse leyes que van contra el derecho natural, dicen que aquí no puede haber café para todos… ¡Solidario el hombre!
Termino informando de que, dentro de nuestras celebraciones litúrgicas, un año más, hemos estado unidos en oración con otras confesiones cristianas con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Católicos, anglicanos, y luteranos finlandeses y noruegos… Qué buena falta nos hace, a ver si estando juntos, muy juntos y unidos, nos matan a menos… Recibiremos bofetadas pero seguiremos poniendo las mejillas en plural. Y rezando por ellos. Y hasta por los que se sienten ofendidos por la presencia del crucifijo y ordenan retirarlo… Y por los que no quieren que se celebren misas allí donde se celebraban.
«Unidos en la enseñanza de los Apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración». Hechos de los Apóstoles 2, 42.
JortizrochE
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