Está comprobado que las vísperas electorales son milagrosas para resolver problemas y desencuentros. Todos se muestran mucho más receptivos en estas fechas. Hablando se entiende la gente, es cierto que es un gran lema y que se debería practicar más a menudo, pero que no se utiliza demasiado. Lo cierto es que así da gusto, dejando de lado susceptibilidades y trabajando codo a codo por el bien común. Hasta se han reunido la Subdelegada del Gobierno y el alcalde; a pesar de las polémicas y los malentendidos posteriores, es algo que no se veía mucho por aquí. Pero ahora es estupendo, porque es cuando las relaciones se vuelven fluidas, las obras se terminan y se muestran a diestro y siniestro. Parece que todos se vuelven más asequibles, comprensivos y dispuestos a colaborar con quien sea para mejorarlo todo. Es la magia de las campañas electorales, todos lo van a mejorar todo, y ofrecen y prometen sin cesar. Aunque no cabe duda de que no es lo mismo estar arriba que abajo, y algunos que lo están viviendo ahora en sus carnes se sorprenden porque les hagan «jugadas» que antes no veían, y es que realmente no es igual dar que recibir. Los que empiezan lo tienen más duro siempre, pero cuando se ha estado arriba cuesta entender la otra parte, más que a quienes siempre han estado, digamos, «en el otro lado».
También sería conveniente ahora llevar mucho cuidado, por la gran variedad de opciones políticas, ya que puede ser momento de arribistas y «escaladores». Son aquellos que van ofreciendo su total apoyo a unos y a otros, con el fin asegurarse un «puestesico» con el que gane, sea quien sea, que a éstos la ideología es lo que menos les importa.
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