De lunes a jueves nº 453

Lunes
Casi sin tiempo material para que el primer café mañanero produzca los efectos deseados en ni cuerpo, me echo a la vista un díptico en el que, en su primera página, reza el siguiente enunciado: «CARTA DE BUENAS PRÁCTICAS EN LA ADMINISTRACIÓN AUTONÓMICA Y LOCAL DE LA COMUNITAT VALENCIANA». Me llaman poderosamente la atención los principios referentes a la transparencia y rendición de cuentas, el compromiso ético, el que se garantice que el interés público se sitúa por encima del interés privado, así como el apartado dedicado a la participación y toma de decisiones. Se me arrebata el proceso fisiológico de mi organismo y se me acelera el corazón y el alma.
El mencionado díptico está editado por la mismísima Generalitat Valenciana, al igual que el patrocinio de esa excelente serie sobre la corrupción en el levante español, que se emitió recientemente en televisión bajo el título de «CREMATORIO». Menos mal que no estaba subvencionada por el tal llamado «el Bigotes», porque entre tanto despropósito y situaciones surrealistas, aquí, en nuestra Comunidad, todo es posible. Bueno, todo menos que los políticos paguen en las urnas sus presuntas corrupciones e imputaciones en los juzgados.

Martes
Mi grado de excitación sube por momentos escuchando a la magnífica cantante Lila Downs, interpretando su combativo tema «JUSTICIA». Justicia, cambio, nuevas formas y qué sé yo qué cosas más es lo que está reivindicando ese fenómeno social llamado Democracia Real; y es que la gente está hasta los … de todos nuestros políticos. Bien por la gente y serio toque de advertencia al «Sistema».

Miércoles
Tal vez sea porque llega el veranito y ell@s se aligeran de ropa, pero en este último mes ha entrado un virus de separaciones y desencuentros que ni el pepino de los c…s de la Merkel. Pues eso, a esa señora o a quien corresponda en este tema que le vayan dando por donde amargan los pepinos.

Jueves
No sé a estas alturas de la semana a qué le sonará o con qué asociará Mónica Lorente la palabra «TRÍO». En mi época (que ya está más cerca de la de Tutankamon) nos producía excitación, lujuria, perversión y pecado. Supongo que a ella le debe de sonar a cuerno «quemao», traición, y al título de aquella famosa película de la mantequilla, que muchos españoles de la época tenían que ver en Perpiñán, ya que en este país era imposible, porque ellos, los de siempre, ya se encargaban de que así fuese; el título era «El último tango en París», aunque yo a ella se lo cambiaría por el de «El último tango de Mónica en Orihuela».

Salva Torregrosa

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