Epidemias del alma.

Me dice mi lector crítico que no le gustó lo último que escribí. Muy bien dicho. Me reconforta saber que tengo, por lo menos, un lector. ¡Cuánto deseamos ser escuchados si estamos en el uso de la palabra¡ Aunque sea en la reunión más íntima. De tres e incluso de dos…¿No oímos al otro decir siempre que no le dejamos hablar?. ¿Y por el contrario no lo decimos nosotros también?.

Pues esto es política de las pequeñas cosas, quizás más importante que la otra política de las grandes cosas que, también y de todos modos, nos tienen sumidos en el desconcierto. Los psicólogos y los sociólogos nos hablan de síndromes y de morbos, alertándonos del peligro cierto de contagio. ¿Contagio de qué? Nos lo explican, casi deletreándolo,  los catedráticos insignes de la cosa, que los hay, tipo Enrique Rojas por ejemplo y al que hace unas semanas le leí un corto e ilustrativo ensayo. Mantiene que vivimos sumidos en tres epidemias del carajo. Escuchen, escuchen…
Son la depresión, es el estrés, y por último… ¡las rupturas conyugales¡.Nos han aparecido de pronto, dice, viniendo a toda marcha hacia nosotros que somos sus presas y que aturdidos ni sabemos cual de ellas ha llegado primero y como consecuencia.

Melancolías y escepticismos que nos obligan en sentido moral a repetir la célebre frase de “no es esto, no es esto”, en respuesta a la actitud del hombre de hoy tan conformista, consumista y pasota. Gran depresión.
Asociemos la premura que nos excita para ir a cualquier parte y para todo, con una ansiedad tan larvada como perjudicial, que nos impide reflexión alguna porque nos vamos que nos están esperando y otro día será pero que nos pasará lo mismo, y ya estamos envueltos en el estrés necesitado de pastillas.
Y en cuanto a las relaciones de pareja, soy hombre normal y sin doctorado e incapaz por tanto de dar la más mínima explicación. He atisbado algo, al hablar del sentido de las pequeñas cosas y también por qué no de los grandes estropicios que la vida nos depara. Unos nos tumban y rompen y otros nos cohesionan y fijan duraderamente…
Porque se que no se, creeré… que eso también lo oigo y lo leo…y ¿lo comprendo?. Aunque para terminar, me sospecho que las nuevas generaciones y también la nuestra no se están enterando de nada… Estamos faltos de pequeñas y grandes cosas, y de signos y de testimonios, de amor a las raíces que nuestros mayores nos supieron transmitir. Es mi opinión, querido lector,  perfectamente criticable hasta por mi lector crítico, cuando me lea,  no se lo negaré jamás, agradecido sin embargo en esta ocasión por no haberme metido en política…

Aunque estemos viendo por la tele,  cómo los políticos que ¿mandan?, corren como conejos y nutrias a esconderse de las “leches” de los acampados, en este vasto “erial” en el que se va a convertir esta España nuestra… ¡Ay Ana Belén, Ana Belén, que cosas¡…

15-06-2011
JortízrochE

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