Las fuerzas autocurativas

Interpretar una situación (del latín «situare»: poner, colocar) sería estar situado con su entorno claramente modificable.
Para ello, es precisa una motivación, sea espontánea o inducida, para activar un estímulo lo suficientemente fuerte y dinamizador de una voluntad sólida para, por ejemplo, curarse del etilismo.
Las antedichas «definiciones», o fases, o premisas son sólo un esbozo y no presuponen ninguna pauta lógica. Se entrelazan, se superponen. Pueden asimismo liberar las fuerzas autocurativas inherentes. Se trata de una estrategia altamente especializada en el sistema nervioso central. El objetivo último es la «esperanza» y la autosugestión en la curación. También del dolor y sufrimiento psíquicos; del alma.
Por eso, la «bisagra» entre lo psíquico y lo físico, el subconsciente, el inconsciente y consciente sigue sin poderse explicar satisfactoriamente.
Últimamente, investigadores pudieron en cierto modo desvelar los secretos de la autogestión con ayuda de la tomografía por emisión de positrones.
Cuando un enfermo «siente/piensa» que el médico/terapeuta/psicólogo le presta asistencia/apoyo/ayuda, esto activa automáticamente una autosugestión inducida por una respuesta bioquímica en el cerebro. Digamos que se movilizan las energías autocurativas.
El tomógrafo por emisión de positrones constata en el paciente una respuesta en el sistema nervioso central. Se producen ciertas endorfinas neurotransmisoras, tales como serotonina, noradrenalina, dopamina, etc., las también llamadas «hormonas de la felicidad».
La motivación importa. Sería como la ley de la palanca descubierta por Arquímedes. (+/- 200 AC) «Dadme un punto de apoyo (fulcro) y moveré el mundo».

El Ruralico

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