¡Dame tu basura, amigo!

Cuentan de un sabio que un día/ tan pobre y mísero estaba/
que sólo se sustentaba/ de unas hierbas que cogía…
Yo, como tantos otros, era de los que hablaba de mi crisis particular, sintiendo que era muy importante, ya que me afectaba a mis vacaciones, a las veces que podía ir a un restaurante, a la ropa de marca que no podría comprarme, a comer más legumbres y patatas y menos marisco y carne… pero os aseguro que no lo volveré a hacer.
¿Habrá alguien, para sí decía,/ más pobre y mísero que yo?…
El otro día, un amigo, más que conocido pero menos que íntimo, me saludó en la calle. Hacía tiempo que no nos veíamos y yo sabía que, aún cuando en su país tenia estudios universitarios y un buen empleo estatal, el cual tuvo que dejar porque llevaba casi un año sin cobrar, al venir a España se vio obligado a ganarse la vida en la construcción. Después de contarme que estaba sin trabajo ni paro, me hizo una petición que me dejó de piedra y sobre la que no puedo parar de reflexionar. Me dijo: «Amigo, si me quieres ayudar dame tu basura, todo lo que no quieras y vayas a tirar: pequeños electrodomésticos, libros, videos, discos, cosas que ya no funcionan, todo me vale. Si puedo vender algo y me dan un par de euros podré llevar algo de comer a mi casa».
Eso sí es crisis, no el tener que acortar mis vacaciones.
Pero aún es más grave, porque la posibilidad de regreso a su país es todavía peor. Aquí tiene alguna esperanza; allí, ninguna.
Mas al volver la cabeza/ la respuesta encontró/ al ver que otro sabio que cogía/ las hierbas que él arrojó.

Luis Ángel Rodríguez Rico

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