Si nos remontamos a la historia reciente, tenemos un pueblo que llama la atención por su valentía y esfuerzo por conseguir un estado del bienestar para todos sus ciudadanos, este pueblo es el alemán.
Si nos remontamos a la primera guerra mundial, cuyo origen estuvo en el orgullo de las monarquías y los países imperialistas que, por no ceder en su hegemonía sobre el mundo y el poder económico que ostentaban algunos pueblos en aquellos tiempos, llevaron, por su orgullo y su torpeza, a más de un millón de hombres a una muerte estúpida (les recomiendo la lectura del libro “La Muerte de los Gigantes”) ya que luchaban entre sí con desconocimiento de los motivos que les llevaban a ello. Tras esta guerra, el pueblo alemán quedó tremendamente destrozado y endeudado con los países vencedores, por las indemnizaciones de guerra que tenían que pagar según el acuerdo de rendición y fin de los enfrentamientos. Pronto se recuperó el pueblo alemán de esta situación por el esfuerzo y tesón de sus ciudadanos, volviendo a ser la primera potencia de Europa, pero, lamentablemente, tuvo a la cabeza a un hombre que rallaba en la locura y quiso ser el dueño del mundo, me estoy refiriendo al Káiser Adolf Hitler, que nuevamente llevó a su pueblo y a toda Europa a la destrucción y la miseria que quedan después de una guerra cruel.
Bien, después de todo lo que referimos en el párrafo anterior, el pueblo alemán quedó nuevamente en la ruina y la desolación, pero, otra vez el tesón y el esfuerzo de los alemanes de a pie, llevaron a su país a ser la primera potencia económica e industrial de Europa; recuerdo haber leído en algún libro que, los trabajadores alemanes, trabajaban dos horas diarias, después de su jornada, para el estado lo que rápidamente salieron de sus crisis y alcanzaron un bienestar social de los mejores de Europa, con una renta per cápita muy superior a la nuestra. Ahora, en la crisis actual, es el país menos perjudicado de la Comunidad y el primero que ha dado señales de salir de esta, dándonos un ejemplo de cómo debemos actuar los demás.
¿Estamos los españoles dispuestos a realizar algún sacrificio por nuestro estado? Estamos de acuerdo en que la gestión que hasta la fecha ha llevado el actual gobierno ha sido pésima y negativa en casi todo y no nos puede extrañar que haya muchas personas indignadas por haber perdido la ilusión y la esperanza en nuestros dirigentes y legisladores, pero ¿si las cosas cambiasen? Y repito la pregunta ¿Estaríamos dispuestos al sacrificio y el trabajo para sacar adelante nuestro país? Háganse esta pregunta y Uds. mismos encontrarán la respuesta, yo, a la vista de lo que actualmente acontece, creo que no.
«El que no quiera trabajar que no coma» (2 Tes 3,10), dice san Pablo; quien ha de comer tiene que trabajar. El deber de trabajar arranca de la misma naturaleza. «Mira, perezoso, mira la hormiga…», y mira la abeja, y aprende de ellas a trabajar, a ejercitar tus cualidades desarrollando y haciendo crecer y perfeccionando la misma creación. Que por eso naciste desnudo y con dos manos para que cubras tu desnudez con el trabajo de tus manos y te procures la comida con tu inventiva eficaz. El trabajo será también tu baluarte. Te defenderá del demonio, que no ataca al hombre trabajador y ocupado en su tarea con laboriosidad.
¿Cuántos hay que tendrían que leer a San Pablo?
Carlos García
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