A escena nº467

Ha sido un tanto duro este comienzo de año de 2012, y uno no sabe exactamente las profundas razones de esta circunstancia; pero es igual, la cuestión es que estamos más bien vivos, activos y menos escépticos que en otras ocasiones. Siempre comienzo escribiendo con la idea de no llevar la política local por montera, pero es que resulta casi inevitable con las cosas que van sucediendo diariamente. Entre lo que saca la prensa, y uno se entera por la prensa, más lo que ocurre en los mentideros, más las mentiras verdaderas de los gestores de la cosa pública, más las ruedas de prensa de los partidos políticos, más las fiscalizaciones de la oposición (que para eso están, entre muchas otras actividades), más los taquillazos de los artistas artísticos, más la pasta que cobran por caché, más esas otras cosas y defectos de la informática, más los correos electrónicos masivos, más las cosicas que se dicen entre ediles (yo ni entro ni salgo, ni salgo ni entro), más lo sonrojado que me pongo al leer esas cosicas, es decir lo de «hacer caja», que no sé muy bien lo que es, pero que con el tiempo lo he ido entendiendo, yo, que soy un cazurro para estos anómalos ajetreos, y que cuando suceden estas historias me pongo muy colorado, muy colorado, pero que muy colorado, y eso que son totalmente ajenos a mí. Digo, que uno no quiere meter la escritura en el cajón de la política y al final es que te lo ponen a huevo. Yo le echo un poco de voluntad y prefiero pasar del asunto, por otra parte, tan arbitrario, gratuito y quizá un pelín repugnoide, que no sé si se escribe así. A lo que iba, que el alcalde del pueblo de Moià, muy catalán, con su ayuntamiento prácticamente en quiebra, ha implicado a sus vecinos en la gestión del municipio, es decir, todos toman parte del problema y de la solución. Dice el alcalde, con muy buen tino: «¿Qué hemos venido a hacer en este mundo? ¿Sólo comenos y defecamos o somos animales sociales? Pues mejor colaborar entre todos». Los comerciantes limpian las calles, los aficionados al teatro se ocupan de la gestión cultural, el arquitecto asesora sobre los equipamientos públicos, y un largo etcétera. O sea, que esta gente no va a hacer caja, como vulgarmente se dice. Está claro que los vecinos de cualquier pueblo tienen un potencial enorme si se ponen a la faena, si ponen manos a la obra. Y todo esto queda muy bien sobre el papel, pero cuando vemos que la realidad en otros municipios es otra distinta y distante, pues te entristeces porque no sabes por dónde empezar. En fin, vamos a ver si este año en curso se inicia con buen pie y dejamos en el baúl de los recuerdos mil y una historias que no van a servir para nada, tan sólo para enrabietarnos e indignarnos (perdón) mucho más. Total, la deuda soberana, la prima de riesgo y la prima de mi prima tampoco están tan altas. Lo que sí son altos son los supuestos casos de supuesta corrupción a diestro y siniestro. Buen año, coleguis.

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