Yo siempre he sido un poco escéptico a la hora de creer en la reinserción de aquellas personas que, tras cumplir unos años de condena, vuelven a insertarse en la sociedad como personas normales y no hacen de su vida un nuevo alarde de delincuencia, pues, los medios de comunicación nos están diciendo, muy a menudo, que personas que salen con permisos de los establecimiento penitenciarios, vuelven a delinquir e incluso escapan nuevamente de la justicia.
No hace muchos días se me presentó en Caritas un muchacho de unos 35 años que me pidió si podía hablar conmigo en privado, le dije que sí y, entonces, me confesó de que había sido un delincuente y que había permanecido 12 años en prisión cumpliendo su condena, así como también me explicó, con mucha sinceridad, que era portador de VIH (Sida) y que iba buscado un lugar y unas personas que le comprendieran y que le apoyaran para reiniciar una nueva vida dentro de la sociedad.
Este muchacho tiene un afán de aprender enorme, su objetivo es hacerse Educador Social, para intentar convencer a otros muchachos de que la vida nos ofrece otras oportunidades ajenas a la delincuencia o drogadicción. Está realizando verdaderos esfuerzos para prepararse el examen de acceso a la universidad, está aprendiendo informática y ya se desenvuelve en Internet, contando también con voluntarios de Cáritas dispuestos a darle clases de apoyo para conseguir sus fines.
Este muchacho me ha pedido que, desde estas páginas, haga un llamamiento a todos aquellos jóvenes que, por consecuencias de la vida, sean portadores de VIH y tengan intenciones de reintegración, para que se pongan en contacto con él, a través de Cáritas de la Inmaculada de Torrevieja, con objeto de hacer un grupo de reunión con médicos del Hospital, ya contactados por este muchacho, para recibir apoyo y unificar sus esfuerzos en la lucha contra la enfermedad y de integrarse en la sociedad.
A muchachos de este tipo, que presentan este espíritu de lucha por crease un nuevo sitio entre las personas, en mi opinión, deben recibir todo nuestro apoyo en ayudarles a conseguir sus propósitos y hacerles un lugar entre nosotros.
En la región de Tiro, en tiempos de Jesucristo, vivían griegos fenicios de Siria, los que eran llamados por los judíos “perros”. A Jesús se le acercó una mujer de esta raza para pedirle que echase un demonio de su hija y, Jesús, le contestó – «Deja que coman primero los hijos. No está bien echarle a los “perros” el pan de los hijos» – Pero ella le replicó – «Tienes razón, Señor; pero también los perros debajo de la mesa, comen la migajas que tiran los niños.» – Jesús le dijo – «Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija» al llegar a casa encontró a su hija curada.
Seamos comprensivos, tolerantes y afectuosos con estas personas.
Carlos García
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