Blas, ¿adónde vas? (II)

Se le volvió a desnudar para envolverlo en vendas, cual momia egipcia, depositándolo en la cama de matrimonio de la alcoba principal, con 4 hachones encendidos, como si fuesen centinelas ígneos iluminando y velando el cadáver. La gente, saciada de hambre y sed, se fue retirando hasta el día siguiente, para el entierro. En la casa quedó Rosalía con su familia y alguna que otra beata, rezando rosarios y jaculatorias por el alma de Blas, que era un «bendito», llorando como plañideras. Los hombres andaban por el patio y el corral, hablando entre ellos, y las mujeres en el comedor, sentadas en círculo, de forma que Rosalía viera su dormitorio y al amor de su vida ido para siempre. En sus gemidos clamaba: «Blas, ¿adónde vas?». Las otras cuchicheaban: «Pobrecita, se le ha ido la cabeza». Pero ella insistía: «¿Blas, te vas?», mirando horrorizada al dormitorio, donde su marido se agitaba, y, haciendo esfuerzos, logró incorporarse, arrastrando vendas, con los brazos extendidos al frente, salió por una puerta excusada al campo. Con paso vacilante y soltando el lastre de las vendas, llegó, semi-desnudo a la taberna. Al entrar de esa guisa, los parroquianos salieron despavoridos y alguno sufrió un soponcio. Blas, al verse solo y dueño de la taberna, pensó: «¡Si la bebida no me mató ayer, tampoco lo hará hoy!». Agarró todo lo que había a mano y se lo bebió. En poco más de 2 horas, decia a media lengua: «Hermoso licor de brea, criado entre verdes matas, que al hombre de más valor le haces andar a gatas».
Rosalia gritó: «Mi marido se ha ido y no sé si volverá». Su madre le dijo: «Hija, Blas ha muerto». «No, madre: ha salido al campo arrastrando las vendas, mira, la cama está vacía». Viendo que era cierto, todos se echaron a la calle, buscándolo por cerros, cañadas, pozos, acequias… Menos donde su mujer se figuró que estaba, así que agarró la tranca de la puerta y se lió a palos con el bolinga, al que casi mata de verdad: «¡Todo el dinero gastao en bacalao y encima sigues vivo, cabeza de higo!» ¡Zas… zas… zas…!

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