Al hilo de la protesta llevada a cabo por familiares y amigos del joven que, tristemente, falleció en una obra en el centro de la ciudad, hace ya nueve años, sin que aún haya salido el juicio, recordamos algo tan actual como son las prescripciones judiciales. Hay que ver la cantidad de delitos que quedan impunes por causa de esas injustas prescipciones. Es que los delitos no deberían prescibir nunca, como no prescribe el dolor de las víctimas. La justicia no será completa hasta que no se derriben barreras como ésa, entre otras. A saber los sumarios que pueden quedar en cajones, hasta que «pasa su hora». Lo peor de todo, por indigno y falto de pudor, es que luego vemos a algunos imputados -o ex-imputados- alardear de que ha prescrito su delito y ya están libres de culpa. ¿Cómo se puede ser tan cínico? Si ha prescrito es como si estuviera pendiente y nadie debería presumir de ello, ya que nunca puede decir que no sea culpable; es más, deberían sentir vergüenza, porque siempre quedarán en entredicho al no haber demostrado su inocencia, y cuando encima hay indicios evidentes -con dinero y ostentación de todo lo que no podrían tener en caso contrario- sólo queda probado que son trampas hechas a la justicia. Formas de salir impunes, aunque sea por la puerta falsa. Lo que no se entiende es que tengamos unas leyes judiciales con tantos «agujeros» por donde se escapan los malhechores y sin adaptar a estos tiempos. Son leyes que datan del siglo diecinueve, ya que ningún gobierno en los últimos años ha emprendido una reforma completa de un sistema judicial tan obsoleto y lento, actualizándolo y agilizándolo para adaptarlo a nuestros días, en todos los sentidos, ¿o es que quizá no interesa? Hay tanto por hacer, así también deberían tomar nota de las peticiones de tantos miles de manifestantes descontentos.
Dejar una contestacion