¿No habrá que volver a definir la Filosofía, ampliándola desde el mundo del pensamiento en que nos movemos hasta la manera como sentimos con intensidad las experiencias del vivir?
El perro (canis comunis) no ve a los seres humanos como altos o bajos, viejos o apuestos, chinos u occidentales; más bien los cataloga desde el primer momento por su forma de reaccionar: irascibles o pacíficos, serios o disciplinados, vagos o emprendedores, «happy or miserable», o que no vale la pena interesarse por ellos.
Si bien, ¿es el amo el que escoge al perro o la mascota quien elige a su dueño? Resulta difícil valorarlo, pero al menos en mi caso, cuando fui a ver una camada de cinco cachoros en una alquería de San Miguel de Salinas, dentro del corazón de la Vega Baja, me presentaron una camada de cinco fox terriers: tres blancos, uno negro y el quinto color canela; los fotografié con su madre Luna mientras no me quitaba el ojo su padre putativo Kifi para que constara; y no sé lo que decidió y quizás sea por eso por lo que nos parecemos tanto Zuri y yo.
Canturreando sin palabras sería la definición del trío Kifi-Luna-Zuri acompañando los ritmos del «Feelings» de Robbie Williams, interpretado a la flauta por José Partera, el Pepe que había ayudado un once de octubre a que las mascotas salieran a la luz; me metí en Google para oír el «Feelings» de Nina Simone en el Montreal Jazz Festival o el texto de Robbie Williams en el de Berlín. Robbie era de Newcastle Upon Lyme, nacido en 1974; comenzó vendiendo ventanas con cristales dobles, pero terminó robando corazones jóvenes con su Rock: «Sólo quiero sentir», entonaba, pero «Not sure I understand // No estoy seguro de entenderlo», y los tres cachorros parecían seguir susurrando el ritmo de aquella canción amorosa que sobrepasaba la experiencia del vivir.
HECHOS Y DICHOS
Los animales sólo ven en el ser humano al animal irracional que ríe, al animal que llora o al animal infeliz. Friedrich Nietzsche.
REFRÁN DE SIEMPRE
Quien con los perros trata, aprende de todo, hasta a alzar la pata.
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