Siguiendo con la tradición de los últimos años, me dispongo a escribir el comentario sobre la «famosa valla de La Mata». A veces, se me pregunta si consigo algo con mis reiterados comentarios sobre el tema, contestando negativamente, pero que me doy por satisfecho ejerciendo, en solitario, mi derecho al «pataleo». Sin duda, el más consolidado entre la mayoría de los españoles de a pie, entre los que me cuento. Mi edad ya me impone ciertas limitaciones físicas, que no me permite ejercitar el referido derecho con la intensidad con que lo hacía hasta ahora. Por ello, será mi último comentario sobre el molesto, peligroso y especulativo Monumento. Me relajaré tomando buenas dosis de «ajo y agua», que no influyen en mis limitaciones físicas.
¿Cómo van las obras? No han alcanzado el primer forjado, sigue existiendo «un peligro de desprendimiento», según el manipulado escrito del Excmo. Ayuntamiento, contestando a los tres que, previamente, le había enviado, solicitando información técnica, QUE NO DENUNCIA, como se decía, sobre la referida VALLA. La lentitud de las obras hace que siga ocupando al menos 1 m. a lo largo del camino de herradura, único acceso a la mayoría de los apartamentos. Lamentablemente, en el mes de abril, se produjo un gravísimo suceso, y van tres. Los servicios sanitarios y policiales no pudieron acceder con los medios adecuados a donde se encontraba la víctima. Por segunda vez aconsejaron se denunciara la situación ante el organismo competente. ¿Se ha denunciado? No lo sé. Quienes, creo, deberían hacerlo, están más ocupados en emplear medios económicos para contentar a quien no lo merece.
Después de varias gestiones, incluso ante algún organismo oficial, conseguí que, un buen día, en el año 2000, dos operarios de la constructora se personaran en mi apartamento, para corregir unos problemas de humedad, que tenía desde que lo ocupé, dos años antes. Al finalizar, mi señora, señalando al solar ahora protegido por la polémica valla, se le ocurrió preguntar: «¿y ahí no se va a construir?». «Sí señora, no se preocupe. Eso está siempre vendido. Ahora estamos construyendo en el interior», contestaron. Y ahí está, en espera tras doce años. Podría aquí aplicarse aquella frase que decía: La avaricia rompe el saco. No sé si al responsable de la mercantil se le habrá roto el saco. Lo que está claro es que se le han roto los planes y proyectos especulativos que tenía.
Octubre 2012
Julián Carrero Gómez
Dejar una contestacion