Ingmar Bergman
Aplicar el concepto de Filosofía a temas meramente abstractos es malograr el sentido real de lo que pensamos, en que se fundamenta el proceso de reflexión, la base misma del proceso filosófico.
Personalmente considero toda obra de arte como una entidad «per se», independiente incluso de su creador y me sorprende oír frases como «tengo un Goya» en vez de «un cuadro del pintor genial» o cuando se comenta «en ese museo hay un Botticelli». Por eso no puedo olvidar la impresión que me produjo cuando vivía en los Midlands al ir a ver una película de Ingmar Bergman de 1966 en una sala de cine de barrio con sabores decimonónicos que me gustaría estuviera todavía allí. Su título «Persona» me avasalló sin poderlo remediar pues no me permitía asimilar aquel mundo de imágenes en blanco y negro que se imponían no tanto por su realismo existencial sino porque no me dejaban observar la otra parte de la vida, la que sólo se puede sugerir. La historia de la protagonista, Elizabeth (Liv Ulman), encarnaba aquel sentimiento de frustración que todos llevamos cuando no podemos expresar lo que nos afecta. Se trataba de presentar a una actriz que al perder la voz se vio sometida a una diagnosis que nadie entendía produciéndole vértigos al verse víctima de la curiosidad de quienes la habían admirado; tuvo que retirarse de la vida pública refugiándose en una casita junto a la costa noruega con una asistenta, Alma, pero su marido ciego era incapaz de distinguirlas por el tacto, aumentando aún más su soledad.
El concepto de PERSONA parece aglutinar los valores éticos que están ahora en crisis, pues sólo se comenta el tema de la economía, con el humanismo en declive, por lo que el film de Bergman y la actuación de Liv Ulman nos debieran hacer pensar que no hay que separar lo que sentimos y la Vida misma, siendo ésta última la que nos debe hacer reflexionar.
HECHOS Y DICHOS
Asusta pensar que la mayoría de los que nos admiran sean acaso personas que no nos han comprendido. Benito Pérez Galdós.
PROVERBIO SUIZO:
Los enanos serán pequeños aunque se suban a los Alpes.
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