Las falacias que pregonan algunos políticos catalanes sólo pueden ser creídas por personas poco preparadas en historia. Cataluña no es ni país, ni nación, ni tiene idioma. Lo que pregona el sr. D. Arturo Mas es puro fascismo. Con la más pura semejanza a la junta militar encabezada por el General Videla en Argentina, pretende que se borre todo vestigio español, obligando a los comerciantes a rotular sus negocios sólo en el dialecto catalán. Debemos decir que cualquier lengua se puede gramatizar, pero por ello no se convierte en idioma. Quiere que en los colegios sólo se hable catalán. Así empezó Adolf Hitler.
El sr. Mas debe cumplir la Ley igual que cualquier otro español. Si no le gusta, que presente cualquier otra en el Parlamento Nacional cuando quiera y, si se aprueba, se modificarían las presentes, y si no se aprueba, tendría que seguir cumpliendo las que tenemos todos los españoles, porque de no hacerlo delinquiría y, si persistiera su incumplimiento, se convertiría en un delincuente común, y que no trate de envolverse con la Senyera, pues él no es Cataluña, es el presidente de turno y nada más.
¿Puede alguien imaginarse que prosperara ese separatismo que quiere implantar el sr. Mas en Cataluña? Imagínese que mañana Cartagena dice que quiere volver a ser cantonal, o que Asturias, la de D. Pelayo, quiere ser el Reino y Oviedo su capital, y después, si no le fuese bien, volver a donde estaban.
Esa locura debe terminar y creo que el actual presidente de la Nación Española, elegido democráticamente, debe dirigirse ante los medios de comunicación y hacer alegato en defensa de la democracia en toda España, que debe cumplirse la Constitución y las leyes y advertir a los Gobiernos de Vascongadas y Cataluña que, si incumplen la Ley, esas dos regiones españolas pueden ser intervenidas y sus dirigentes puestos ante la Justicia acusados de sedición. La Constitución les ha puesto donde están y la propia Constitución puede quitarlos.
Bien sabido es que en una Nación flaquean sus mandatarios y afloran estos caudillos de medio palo. Nadie tiene que negociar nada en ninguna región española, pero sí se debe implantar justicia. La solidaridad no debe llegar a que en una región se trabaje y en otra se duerma la siesta. Entiendo que la mejor vara de medir debe ser el PIB (producto interior bruto) de cada región, pues todas las regiones españolas pueden explotar sus propios recursos. Tenemos el ejemplo de Almería, que fue provincia pobre, y con su trabajo y esfuerzo se convirtió en la despensa de Europa.
Sr Rajoy, mi presidente, déjese de medias tintas y hable a todos los españoles claro y raso con la promesa de que hará cumplir la ley a toda la nación española.
José Martínez Camallonga