Adiós, Eduardo. Adiós, Lucero, amigo.

Te has ido en silencio, con ese silencio reflexivo, profundo y lleno de esa sabiduría popular que te caracterizaba.
Te has ido dejando a tu familia, amigos y compañeros en un profundo vacío, difícil de llenar.
Tu adiós, tan rápido e inesperado, nos cayó a todos como un jarro de agua fría.
No sé si la vida te dio la oportunidad de encontrar respuestas a todas tus necesidades, a todos tus fracasos y decepciones, a veces propias y otras de naufragios heredados.
No sé si al final, y en ese día tan fatídico, y a la vez tan hermoso y siempre deseado por ti (Ofrenda Floral a la Purísima), fue Ella, a la que tanto amabas, quien te abrió definitivamente la puerta del laberinto de la vida.
Quiero, y me reconforta pensar que fue así.
Nunca te olvidaremos, Eduardo. Siempre permanecerás en la memoria colectiva de todos nosotros, bien sea en la celebración de la Feria de Mayo, en una noche estrellada y majestuosa de nuestro Certamen de Habaneras, en una carpa del recinto ferial o cantando, con nuestras gargantas rotas por el recuerdo y la emoción, el himno a nuestra Patrona. Adiós, amigo, gracias por todo.

Salvador Torregrosa Molero

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