Editorial nº497

Aquellos valores que siempre nos inculcaron nuestros mayores están siendo arrasados uno a uno. El esfuerzo, el estudio y el trabajo constante ya no son el camino para labrarse un buen futuro. Hace tiempo que se está transmitiendo a las nuevas generaciones que es mucho más rentable participar en un escándalo o meterse en la cama con un famoso para encumbrarse y ganar mucho más que con cualquier carrera, o profesión, para los que son necesarios años de sacrificio y estudio. Pero es que, además, ahora, los políticos de turno nos están dando una lección magistral de cómo se premia a los golfos y estafadores -que se lo llevan calentito y por la cara- sin ponerles problemas, mientras se castiga severamente a los sencillos ahorradores que, en muchos casos, han pasado toda su vida trabajando y privándose de muchas cosas, para tener una vejez sin problemas económicos, encontrándose casos en los que les dejan sin nada.
Oímos decir que si Europa, que si Chipre, que si tiene que ver o no con el resto, que es el principio, pero, ¿a dónde se pretende llegar? Porque ésa es otra, a quien le surja una enfermedad -algo para lo que siempre se preveía ahorrar- a ver qué va a hacer, con la Seguridad Social cada vez más inoperativa. Llegan a premiar a los facultativos que pidan menos pruebas, algo realmente demencial. Parece que se pretenda dejar morir a los pobres. Aquellos que no cuenten con una buena fortuna -amasada no importa cómo-, pues directamente al cementerio.
Algo que también debería dar qué pensar es: ¿hasta qué punto un defecto de forma puede dejar impune una corrupción demostrada? Porque se está viendo cada caso… ¿Y los que prescriben? Se quedan tan anchos, presumiendo incluso. Pero no pasa nada, si falla todo, al final los indultan.

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