Empeora mi salud mental

Eso es lo que dicen, sabiamente, algunos conocidos o enemigos íntimos de mí cuando leen (¡qué locura!) algunos de mis artículos. Yo no estoy en la cresta de ná, ni quiero, pero estoy, a pesar de los pesares. Así que sigo utilizando hasta el máximo la ironía, que es el sano escudo de los tímidos, al menos eso dice J.G.K., para continuar escribiendo con cierta energía para todos aquellos y aquellas y aquellitos que me quieran seguir en la aventura. De tal manera que he leído un artículo excelso de Juan R. Gil sobre la posible y futura moción de censura en el Ayuntamiento de Orihuela contra el bipartidismo de izquierdas. Y claro, si el libro de petete del PP no permite que Mónica Lorente se presente como candidata a la Alcaldía, ¿cómo es posible que sí permita que vaya en ese futurible equipo de Gobierno, siendo imputada, y pueda ser primera tenienta de Alcaldía? Pues ya está el lío montado. La hipocresía política de siempre. En fin, conseguir el poder por el poder y nada más. Por otro costado, no hace falta que nuestra ciudad se proyecte con el Certamen de Habaneras, que no, que para eso ya están las distintas cadenas nacionales e internacionales al hablar del puto pederasta ese que vivía aquí. Oye, y que tampoco hace falta que el Gobierno de la nación monte un pollo (no poyo, ¿eh?) con el Peñón de Gibraltar ni entrar en guerra con los de la Pérfida Albión para intentar -todo es posible- desviar la sana atención sobre los papeles de Bárcenas, ni los contratos a dedo del Conseller Castellano a un amigo suyo por más de 20 millones de euros (después no sabemos dónde hostias están los dineros y tenemos que poner todos de nuestros bolsillos para seguir enriqueciendo a los ricos, banqueros y demás), que no sería mala idea, como en Islandia sucedió, de dejar caer a los bancos malos, nefastos gestores de la economía, y que resurjan los buenos, que no sabemos a ciencia cierta cuáles son. Pero, joder, en alguien hay que confiar, ¿no? Yo confío, sin duda, en el buen criterio de la arquitecta holandesa, creo, de no cobrar nada por el proyecto para rehabilitar la Casa de los Balcones, una preciosidad que estaba protegida, y está, en el Plan General de Ordenación Urbana de Torrevieja. El propietario se está gastando una pasta en arreglar aquello y tenía el sueño de construir un coqueto hotel. Supongo que todo habrán sido pegas y más pegas, y ahora como la crisis pega fuerte, pues… ya te veré si eso. No sé si el dueño se llama Antonio, pero si es así le diré que se esfuerce en el empeño y a ver si cambia algún día esto, que no es lo mismo construir un vertedero que un Hotel de puta madre. En fin, suerte y a barajar.

Óscar A. Claramunt

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