A escena nº508

Creía, a estas alturas de la vida, que casi nadie se paraba ni un minuto a leer estas pequeñas crónicas opinables. Y ahora resulta que al menos unos cuantos lectores me siguen animando a mantener el tono de la escritura de estos modestos artículos periodísticos. O sea, que lo de la Habanera y los Hijos de la Gran Bretaña, bien, ha calado. Lo que también está calando muy hondo, hasta el fondo del mar, es el asunto del pailebote Pascual Flores, el mismo que está atracado en nuestro puerto sin conocer ni tan siquiera cuál es su verdadero destino. Traerlo costó una pasta gansa, muy gansa, dineros por aquí y dineros por allá, dos para ti, dos para mí, dos para el portugués, como el del chiste, supuestamente claro. Y toda la operación en libras esterlinas, que es como mucho más imperialista y, por supuesto, tiene más glamour que el dichoso euro. El Pascual Flores crió fama y otros cardaron la lana, supuestamente. El asunto en sí es que iba a ser, según protocolo firmado con Camps, el de los trajes, un barco que iba a llevar el nombre de Torrevieja por todos los mares de los piratas, a través de una Escuela de Navegación. En fin, prometer hasta el meter, y cuando la has metido, nada de lo prometido: no iban a subir el IBI, pues se ha incrementado, que no es lo mismo; no iban a tocar la Educación, pues más deveinte mil profesores a la calle, que no es lo mismo que echarlos; no iban a tocar las pensiones, pues las suben un poquito, y como el nivel de vida sube cada año un poquito más, al final los pensionistas con menos poder adquisitivo. Digo que lo del Pascual Flores ya es un pico mantenerlo, porque pintar los palos ya nos cuesta un picotazo de siete mil euracos. Pero no pasa nada, porque para eso está el Santander de Botín, nuestro común amigo, que ha fichado ahaora al sanguango de Don Rato como asesor, lo ha sacado de la lista del paro, aunque ya estaba currando también para Telefónica. Gana Felipe González, que está en Gas Natural. Esperemos que no hunda el Santander ni Telefónica como hizo con Bankia, que por cierto esta entidad económica es de casi todos los españoles, porque mira que hemos metido perras para reflotarla, ¿eh?: algo más de veinte mil millones de euroncios, que no es moco pavo. Don Rodrigo es una gran criatura humana, con sus aciertos y errores, e incluso llegó a ser presidente del Fondo Monetario Internacional, que debe de ser algo así como el paraíso del capitalismo, donde se decide si unas perras van para un sitio o para otro, con sus intereses, claro. Por lo menos Don Rodrigo no ha tenido que pasar por la cola del paro. Así que le deseamos suerte en su nueva empresa consejera, y que atine, coño. Buena quincena a todos, una quincena más.

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