Gustavo Adolfo Bécquer
Si filosofía es como tal un encuentro con el fenómeno humano, el dolor no escapará a su consideración, por lo que no es poco lo que se ha escrito sobre el tema.
Los términos comunes sobre la sensación del dolor suelen ser de raíz indoeuropea y delatan tradiciones populares prediciendo sus efectos con palabras como «augurio» o «augurero», aunque para encontrar sus orígenes habrá que referirse a la filosofía india de los Vedas: «Todo lo que existe está sujeto al dolor», enseñaban, y el monje tibetano Bikku Bodhi lo practicó hasta el extremo, considerando que su dolor crónico de cabeza le había ayudado a desarrollar la paciencia y el coraje. En el occidente, en cambio, el sufrimiento corporal o mental ha hecho desarrollar los métodos de aligerar las dolencias, aunque en conexión con el pensamiento oriental: «Quien sabe sufrir lo sabe todo», diría Dante Alighieri, que hace recordar el dictamen budista de «no lastimes a los demás con lo que te cause dolor a ti mismo»; Séneca, en cambio, lo había analizado como un peligro, pues cuando el dolor persiste «acabará con nosotros mismos».
Pero todo esto me ha llevado a releer las «Rimas y Leyendas» del sevillano Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), cuyos versos fluían como latidos del corazón para sobrevivir al peso doloroso de la vida. Había leído las Rimas de joven, pero ahora me parecían más sosegadas, y aunque alguien las calificó de «suspiros germánicos» a lo Heine, a mí me sugerían gritos interiores mientras leía los versos cortos de una de las rimas: «Serpiente del amor, risa traidora / Vértigo del ensueño y de la luz / Perfumado puñal, beso enconado / Eso eres tú». Y me sumergía en aquellas líneas recortadas por una memoria atormentada con el paso de los años, como todo lo que es realmente humano, cuando lo que encona siempre se vence con algo que sobreviene al azar.
HECHOS Y DICHOS:
Creía que un drama era cuando llora el actor, pero la verdad es que es cuando llora el público. Frank Capra
DICHO POPULAR
Quien bien te quiere te hará llorar.
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