Antonio Vera
Militante del PSOE Torrevieja y miembro del Comité Nacional del PSPV-PSOE
Personalmente no sólo no odio a Pedro Ángel sino que no le deseo ningún mal, creo que aunque se haya ganado a pulso su estancia en Fontcalent debe ser un trago duro tanto para él como para su familia. Así que no escribo esto con ánimo de revancha, sino para intentar evitar ese proceso de mitificación que se inició hace unos años y que con el tema de su indulto está alcanzando tintes grotescos después de que incluso el actual alcalde haya tenido la desvergüenza de pedir el indulto para un delincuente de libro como él.
Dejando de lado su indigna llegada a una alcaldía que no se merecía, Pedro Ángel se encontró un paraíso frente al mar, pequeño, pobre y por hacer, con un impulso turístico en auge gracias a un programa de televisión y con infinitas posibilidades económicas. Gracias a su sempiterna mayoría absoluta pudo optar entre muchos caminos, pudo hacer de Torrevieja una Marbella levantina, pudo buscar el modelo Benidorm, pudo hacer del turismo un complemento y hacer de Torrevieja un núcleo de servicios e industrial, o simplemente, convertirla en un pueblo costero de postal con ese atractivo (y dinero) que te da ser un remanso de paz frente al mar de los que ya no quedan.
Pero tras 24 años aguantando el paso del tifón Pedro Ángel, Torrevieja está devastada y en la ruina. Como ciudad tiene una imagen pésima y turísticamente es la peor valorada en kilómetros a la redonda, es referente europeo de desastre urbanístico y del enchufismo y de la corrupción, tiene fama de insegura, de sucia, de no tener ningún atractivo particular, de no tener playas, y, lo que es peor, de no tener futuro. Pedro Ángel basó todo nuestro crecimiento en el dinero rápido (y negro) de la especulación urbanística olvidando todo lo demás, y eso lo pagamos ahora. Torrevieja no tiene industria, no tiene comercio, no es un referente cultural ni es un referente musical, su término municipal está colapsado por miles y miles de casas vacías y por no tener, no tiene ni turismo (algún día debemos plantearnos por qué llamamos turismo a unos que vienen con la compra hecha y la bombona de butano en el maletero a pasar un fin de semana). Torrevieja es el mismo pueblo pobre, endogámico y sin futuro que se encontró Pedro Ángel, pero dentro del cascarón hueco de una inmensa ciudad insostenible y endeudada hasta las cejas por la incapacidad y el expolio sistemático perpetrado por él mismo y sus compinches.
Pedro Ángel podía haber hecho una obra de arte con Torrevieja pero la ha arruinado y metido en un callejón sin salida. Como político, Pedro Ángel ha sido un cáncer para Torrevieja, y hay que ser ciego, o imbécil, para no querer verlo.
Esto dice un sociata de la gente humilde que viene a veranear o pasar unos días de asueto en nuestra querida Torrevieja: «algún día debemos plantearnos por qué llamamos turismo a unos que vienen con la compra hecha y la bombona de butano en el maletero a pasar un fin de semana.
Lo tendremos en cuenta cuando nos pidan ese voto que no les vamos a dar.