Nadie ignora a estas alturas que continuamos pasando la peor etapa de la reciente historia en todo el país. Por mucho que nos digan que vamos mejorando. Lo cierto es que ni vemos luz al fondo, ni brotes verdes, ni nada parecido. Eso son las cosas que nos cuentan los políticos, que, como ellos no parecen tener crisis, tratan de distraernos con sus discursos de esperanza. Lo intentan también cuando salen al extranjero, esperamos que al menos con la intención de atraer capital. Pero lo cierto es que ya no engañan a nadie. Fuera de nuestras fronteras conocen la situación mejor que nosotros mismos. Sólo hay que echar un vistazo a la prensa internacional para comprobarlo.
Por aquí no está mucho mejor la situación. Asistíamos la pasada semana a las declaraciones de un técnico de la Concejalía de Fomento, en relación con que los empresarios locales no aprovecharon lo suficiente la campaña que se hizo para crear empleo. Lo cierto es que era muy ventajosa, pero no están la circunstancias para contratar más empleados. Las empresas locales están intentando sobrevivir. Con ayuda de las familias y los mínimos empleados posibles, para tratar de subsistir. Es muy dura la situación, sobre todo cuando se tiene espíritu emprendedor y la intención de hacer cosas nuevas. Son tiempos muy difíciles y complicados. Especialmente para los pequeños y medianos emprendedores que son los que más potencian el país y a la vez los más castigados. Algo que no se entiende en absoluto. Que aún reconociendose esto en todos los estudios realizados, sean «castigados» con más impuestos, menos beneficios fiscales y todas las cargas habidas y por haber. Es incomprensible, como tantas otras cosas que pasan y no deberían pasar.
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