Se está hablando mucho sobre las redes sociales y la libertad de expresión. Es cierto que algunas personas desde el anonimato pueden aprovechar para decir disparates. También es cierto que nada tuvieron que ver las redes sociales con el asesinato de León. Luego estamos en el mismo lugar que antes. Lo que se ha movido a posteriori en Facebook o en Twiter nada ha alterado la cuestión principal. El asesinato, ajuste de cuentas, o lo que sea, de la presidenta de la Diputación y del Partido Popular de León, no ha tenido nada que ver con las redes sociales, aunque algunos lo quieran relacionar. Parece que se estuviera esperando algo así para restringir la libertad de expresión un poco más. De nuevo desde Europa nos tienen que advertir que no se puede ser tan restrictivo, ni querer poner puertas al campo, como parecen querer hacer nuestros gobernantes. Todos recordamos casos específicos de insultos y provocaciones. Los disparates que se llegaron a decir, en las mismas redes, sobre el anterior Presidente de Gobierno, incitando a todo, pero nadie habló de restringir libertades en los medios. Así también se ha visto sobre multitud de personajes públicos y mediáticos. Es ahora que están saliendo tantas cuestiones de abusos de poder y corrupción política, cuando la gente se desahoga desde su ordenador -como en cualquier sitio-, que empieza a ser molesto, y parece que van a «tomar medidas», asegura el Ministro. Miedo provoca que empiecen a decir eso. Pero, ante todo, menos mal que hubo un policía jubilado cerca del lugar del crimen -gran profesional- que controló todo y en pocos minutos se detuvo a las presuntas culpables. De no ser así, las dudas de muchos y la mala intención de otros hubieran podido imputar lo sucedido a los escraches, la oposición o quién sabe, y ¿hacia dónde hubiera derivado el tema? Que reflexionemos bien.
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